Matizaré el titular: República
Islámica de Irán. Mi respeto para el pueblo iraní, ayuno de
libertad y encarcelado en su propio país en nombre de la
intolerancia practicada por una cruel dictadura teocrática,
virtual y lamentable ejemplo de islamofascismo, desde los
tiempos del fanático ayatolá Jomeini.
“Os voy a atacar, ¡vais a explotar en un par de minuto!”,
tal era el delirante pero estudiado mensaje lanzado el
pasado sábado por cinco patrulleras de la Guardia
Revolucionaria (los fanatizados “Pasdarán”) al acosar, en el
estrecho de Ormuz, a varios buques de la V Flota de la US
Navy destacados en la zona y con base en el Emirato de
Bahrein. ¿El objetivo?. Provocar, una vez más, a los Estados
Unidos en vísperas de la trascendental visita del presidente
Bush a Oriente Medio, buscando la respuesta norteamericana y
torpedeando, otra vez, las conversaciones de paz entre
palestinos e israelíes. A Teherán no le basta ya con equipar
a las milicias filoterroristas de Hizbolá, utilizadas de
forma interpuesta en su delirio imperialista, ni amenazar
reiteradamente con borrar a Israel de la faz de la tierra. A
la República islámica de Irán, con enormes contradicciones y
serias disensiones internas (acalladas por el expeditivo
medio del terrorismo de Estado), le vendría como anillo al
dedo la provocación de un conflicto internacional con el que
tapar sus miserias e intentar galvanizar a su empobrecida
población.
Si Teherán no ha dejado de jugar con fuego con su programa
nuclear de talante armamentista, la apertura de un conflicto
armado en el estrecho de Ormuz podría estrangular la
economía de Occidente. Efectivamente, el estrecho de Ormuz
es un angosto canal de unos 250 kms. de largo y entre 50 y
80 de ancho, que enlaza el golfo Pérsico con el golfo de
Amán y, al este, el mar Arábigo. En sus aguas se encuentran
cuatro islas de soberanía iraní, tres de ellas ocupadas en
1971 y reclamadas vanamente desde entonces por los Emiratos
Árabes Unidos, quienes no dejan de lanzar advertencias sobre
un posible bloqueo bélico del estrecho desencadenado por las
fuerzas armadas iraníes. Por él discurre el 40% del flujo de
petróleo mundial, almacenado en los vientres de inmensos
superpetroleros que transportan, diariamente, una media de
17 millones de barriles del viscoso elemento, vital para el
mantenimiento de la compleja maquinaria del mundo moderno.
Ante tal eventualidad (de la que son bien conscientes, tanto
los Estados Unidos como los países musulmanes vecinos de los
agresivos islamistas iraníes), ya empiezan a tomarse algunas
medidas. Así, el Emirato de Abu Dhabi (uno de las cinco
países federados en los EAU) se ha lanzado a construir un
oleoducto por tierra, dando un rodeo, para salvar su
producción de un eventual bloqueo del estrecho de Ormuz,
posibilidad cada vez menos remota. El mundo libre occidental
y sus aliados regionales, los países musulmanes moderados de
la zona así como el Estado de Israel, sobre el que pende una
gran amenaza literalmente de exterminio, son conscientes de
lo inevitable: una guerra abierta con la República Islámica
de Irán país que es pieza clave, por otro lado, en el
proyecto de Alianza de Civilizaciones lanzado por la actual
diplomacia española. Juzgue el lector.
|