Ha sido la noticia más
sorprendente del año que ha empezado hace una semana.
Una prueba internacional, con alcance mundial en todos los
sentidos, en esta edición no se puede disputar, por miedo al
terrorismo.
La, inicial, París- Dakar ha pasado por diversas
nominaciones, por comienzos en distintos sitios, pero con la
verdadera dureza marcada en la entrada en África.
En esta ocasión no iba a ser menos y el centro de las
dificultades no podía ser otro que Mauritania, por donde iba
a discurrir, como ha discurrido otras veces, en más del 40%
de su recorrido.
La organización, partiera de donde partiera, siempre corría
a cargo de una “empresa” francesa, con patrocinios de medio
mundo y con la publicidad de las firmas más importantes en
lo relativo al automovilismo o al mundo de las motos.
Esta edición iba a salir de Lisboa, donde se había preparado
todo para que, primero la salida, y luego el resto de la
prueba, fuera un verdadero éxito.
Sin embargo, los preparativos se quedaron en eso, en simples
preparativos, porque la prueba no se disputará, ya que un
grupo terrorista, que trata de amilanar a todos los puntos
que se le cruzan en el camino, apuntaba en estos instantes a
todo lo francés que entrara en Mauritania.
El Gobierno francés, sus servicios de inteligencia, lo
habían detectado, decidió que no se realizara la prueba, al
no tener el 100% de garantías para la seguridad de los
participantes.
Y, también aquí, el deporte, aunque esto era algo más que
puro deporte, ha sufrido las consecuencias marcadas por
grupos, no políticos, sino terroristas, que actúan con una
intransigencia, sólo explicable en esos ámbitos.
La decisión francesa me parece la más correcta de todas las
que pudieran haberse pergeñado, y me parece correcta, porque
si a las dificultades de los desiertos, de las malas rutas y
de todo lo que rodea a la prueba, le íbamos a añadir el
“miedo” al terror, en cualquier encrucijada, eso, en vez de
una prueba “seudo deportiva”, se hubiera convertido en una
prueba en busca de los infiernos o algo parecido.
La publicidad favorece, no me cabe la menor duda, muchas
veces, cualquier acontecimiento, y en la París-Dakar hubo
años que por encima de lo deportivo estuvo, incluso, el
mundo rosa, con participantes más propios de pasarelas de
moda, que de verdaderos luchadores por un triunfo, pero
precisamente esa publicidad y la repercusión que iba a tener
cualquier acto de sabotaje en plena carrera, es lo que ha
motivado esa serie de amenazas detectadas, debo repetirlo,
por los servicios secretos franceses.
Y como a rey muerto, rey puesto, pues ya se empieza a poner
la vista en otra ruta alternativa para el próximo año, donde
la seguridad esté más garantizada y por la que se pueda
llegar, también, a ese destino que este año no ha podido
tener.
Y como todo este montaje no se puede ver más que con una
perspectiva económica, ahora las pérdidas han sido tremendas
con la suspensión.
En el enfrentamiento terrorismo – deporte el primer golpe lo
dio la sin razón del terrorismo.
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