Hace casi 20 años, cuando aún no lo era y quién sabe si
soñaba serlo siquiera, el actual presidente de la Junta de
Personal de la Ciudad Autónoma, José Mata, fue al dentista y
en la consulta de su especialista, mientras distraía la
tensa espera de ese tipo de situaciones, se quedó asombrado
con la fotografía que recibió el Premio Pulitzer en 1989,
una impactante imagen en la que aparecía un colega del otro
lado del Atlántico, un bombero de Saint Louis (Missouri,
Estados Unidos) negro, fuerte y vital como él solo, con una
blanquísima y fragilísima niña desnuda a la que iba haciendo
el boca a boca para intentar salvarle la vida mientras
corría.
A Mata, también bombero, se le quedó clavada aquella imagen
como a fuego. Tanto que años después, cuando Internet
comenzó a ser algo conocido, comenzó a indagar en la Red
sobre aquella foto y aquel hombre. “Cada varios meses,
cuando me volvía a acordar de la imagen, intentaba buscarla
de nuevo”, rememora Mata, que detalla paso por paso cómo su
rastreo de años dio por fin resultado. “Un día pensé que al
igual que si escribía en un buscador ‘bomberos de Ceuta’ me
salían un montón de páginas relacionadas con el Cuerpo si
hacía lo mismo con los de Saint Louis tal vez ocurriría lo
mismo”, argumenta el ugetista.
El caso es que, a lomos de Google y otros buscadores, Mata
empezó a mandar correos electrónicos a go-gó como quien tira
una caña al río a cuantas direcciones encontró relacionadas
con los bomberos de la localidad estadounidense, siempre con
ese profesional, con esa niña, con esa cara en el recuerdo.
Con el paso de los días, a finales del año pasado, al
presidente de la Junta de Personal de la Ciudad Autónoma el
trabajo le fue rindiendo frutos y comenzó a recibir
respuestas: “Uno me dijo que sí, obviamente en inglés, que
sabía de qué foto le hablaba; otro me respondió que conocía
la foto y que incluso sabía del fotógrafo”, recuerda.
Al final, al abrir otro de esos correos electrónicos
llegados desde el otro lado del mundo, Mata se llevó la gran
sorpresa: “Yo soy el bombero que aparece en la foto”, rezaba
el texto del e-mail, en el que el firmante, Adam Long, se
mostraba dispuesto a colaborar con el autor de la
instantánea y cumplir el deseo de Mata: recibir una imagen
con la calidad necesaria, más allá de la de unas pocas
decenas de bytes que había localizado en Internet, para
colocar una copia de un tamaño razonablemente visible en el
cuartel del Cuerpo de Bomberos de la ciudad autónoma.
Sorprendido por la respuesta, en la que Long decía seguir
siendo amigo íntimo de aquel que veinte años atrás había
hecho de su esfuerzo noticia mundial, el fotógrafo Ron
Olshwanger, Mata pidió al bombero que, si fuese posible,
ambos autografiasen la foto.
Long, al que aquella maldita tarde del 30 de diciembre de
1988 en la que no pudo salvar la vida de aquella niña,
Patricia Pettus, le prometió hacer todo lo posible.
La semana pasada, unos días antes del día de Reyes, dentro
de un enorme sobre naranja dirigido a José Matta, el
sindicalista recibió uno de los regalos que más ilusión le
han hecho en los últimos años: una copia autografiada por
ambos de la foto que tantos años llevaba buscando y que,
además del Pulitzer, sirvió para que muchas familias de
Missouri y otros estados norteamericanos tomasen conciencia
de la importancia de contar con detectores de humos en sus
casas para evitar que se repitiera la escena.
|