Como cada día, varios voluntarios de la delegación ceutí de
la Cruz Roja se acercaron por la guardería que esta
organización social tiene en la séptima planta del Hospital
Civil Ingesa. Sobre las once y media de la mañana, Lolo y
Águeda, dos animadores de profesión y voluntarios de
corazón, comenzaron a preparar para los niños que se
encuentran hospitalizados su espectáculo con globos,
plastilina “y mucho cariño”, manifiestan esta solidaria
pareja de veinteañeros. “Nos dedicamos a la animación en
pasacalles y cumplaños, banquetes y comuniones”, aclara Lolo,
que es primerizo en la guardería, mientras que para Águeda
éste es el segundo año que colabora con la entidad en el
Hospital Civil.
Ya sólo falta esperar a que los médicos pasen revista sobre
las doce del mediodía a los infantes que duermen estos días
en las camas del centro sanitario. Después de ésto, suben al
aula de juegos, cambiando unas horas al día termómetro y
medicinas por lápices y plastilina. Tanto Águeda como Lolo
esperaban hoy una gran afluencia de público, pero rozando el
mediodía entra en la sala una trabajadora de Pediatría para
comunicarles que “sólo hay una niña, Fátima, a la que le han
permitido subir después de recibir tratamiento”. El resto de
los pacientes ingresados son bebés y gran parte de los niños
mayores de cinco años marcharon a sus casas el día anterior
tras recibir el alta médica. Aún así, Fátima, de siete años,
se lo pasó “de lo lindo” jugando con sus dos nuevos amigos
haciendo manualidades con plastilina, globos con forma de
perritos y canastas.
“Fátima juega con su puzzle, que le gusta mucho”, afirma
Pilar Durán, responsable de la guardería del Ingesa y
directora del departamento de Formación de Voluntariado de
Cruz Roja en Ceuta. Hace tanto tiempo que la Guardería está
en funcionamiento, que Durán no recuerda en qué fecha
concreta abrió esta sala sus puertas para los pequeños
ingresados. “Es una labor muy reconfortante. Cuando juegan,
los niños olvidan por momentos que están en un hospital, y
eso puede verse en sus caras”. La gerente de la Guardería
apunta que, una vez finaliza la hora de juegos, “los niños
no quieren bajar de nuevo a planta y cuando reciben el alta
siguen viniendo de vez en cuando para saludarnos y jugar un
rato”.
Esta actividad necesita de una justificación: el doctor Saúl
Oñate, del servicio de Pediatría del Hospital Civil, afirma
que este tipo de terapia es “muy buena, porque animar a los
niños con juegos de estimulación cuando están ingresados,
con juegos, se contribuye a que su estado inmunológico
mejore mucho más rápido”. Según este profesional, existe una
relación directa entre el estado anímico de los jóvenes y el
ritmo de mejora del estado fisiológico de los muchachos,
esto es, la velocidad en la que su organismo responde al
tratamiento y permite la erradicación de su enfermedad y
dolencias. “Hay una relación directa entre los sistemas
humoral e inmunológico, porque una persona feliz y alegre
tiene un mejor estado inmunológico que una persona triste y
sin ganas de hacer nada”. El director de Pediatría sentencia
que este tipo de actividades, realizadas por el personal
voluntario de la oenegé, “incidirán muy positivamente” en la
recuperación de los pequeños ingresados “a corto, medio y
largo plazo”. Finalmente, el doctor Oñate considera que
“cuando los niños están contentos y felices se rompe la
barrera que existe entre el médico y los pacientes y, al
tener menos tensión por pasar tanto tiempo en las
instalaciones médicas los niños se relajan y aceptan mejor
el tratamiento”.
Esta iniciativa de trabajar con los peques en sus ratos de
ocio responde aun proyecto nacional de la organización Cruz
Roja, que nace en el año 1995. “Cuando este plan llegó a la
delegación de Ceuta, comprendimos que podíamos hacer mucho
por los más pequeños para hacer más ligera su estancia en
hospitales y centros de salud”, apunta una portavoz de la
directiva ceutí de esta oenegé. Los niños son atendidos por
un técnico especializado y por un grupo de voluntarios, que
varía en función de los niños que pasen cada día por la
guardería. Además, colaboran con la Escuela de Circo de la
Ciudad y con Acudeduca, así que la diversión de los niños
está más que asegurada.
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El buen humor asegura que la terapia médica
sea menos traumática para los niños
Aunque la medicina tradicional es,
de forma general, reacia a abrise a nuevos campos de
experimentación sanitaria en campos que no cuenten con el
suficiente rigor científico, la risoterapia cuenta desde
hace un par de años con una acogida buena en las salas de
los centros de salud. “Está comprobado que si los niños se
ríen y juegan con los animadores se se relajarán mucho más
durante el tratamiento y las terapias serán menos
traumáticas para ellos”, explica el doctor Saúl Oñate, del
servicio de Pediatría del Hospital Civil Ingesa en Ceuta. Y
es que el humor nunca está de más en cualquier aspecto de la
vida cotidiana, y menos para quitarle amargor al paso de los
niños por el hospital.
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