El primer día de rebajas en Ceuta trajo consigo gran
incertidumbre. Los consumidores, en líneas generales, se
preguntaban qué establecimientos habían abierto sus puertas
en la ciudad. “En Parque Ceuta hay unas colas increíbles, no
se puede estar”, comentaba en Springfield (en el Revellín)
uno de los clientes. Y es que se podían contar con los dedos
de las manos los locales que ayer usaron para su negocio
particular la cuenta atrás hacia el final de las rebajas,
que no llegará hasta que termine febrero o hasta que asome
marzo.
Gracias a los convenios de los trabajadores con sus
empresas, muchos ceutíes salieron a la calle a probar suerte
y muchos se toparon con comercios abiertos, para su
satisfacción y tranquilidad. Como era de esperar, las firmas
de la marca Inditex abrieron al público al filo de las 10 de
la mañana. Stradivarius, Zara, Pull and Bear o Bershka no
quitaron el pie del acelerador y, tras un día preparando el
local para el primer tirón de rebajas, ayer no dejaron de
vender en todo la jornada, siendo las 12 del mediodía y las
siete de la tarde las horas punteras de compras.
Aparte de las firmas de Inditex, otras, como Springfield,
Boutique Club o la deportiva Super Sport, no dejaron escapar
la oportunidad de hacer caja. La calle Revellín era un
cotilleo constante, de personas desinformadas preguntándose
entre ellas cuál estaba siendo la crónica del día. Zara era
un hervidero de gente. Colas de 30 minutos hacían a veces
insoportable la espera, sobre todo, para aquellos que habían
decidido ir en solitario a elegir sus ‘autorregalos’ de
Reyes.
En la planta de caballero los aparatos para cobrar con
tarjeta echaban tanto humo que, en este tercer piso del
establecimiento de Inditex, el cacharro se convirtió en
‘cachibache’ y dejó de funcionar, por lo que el pago en
metálico se hizo imprescindible; se acabó el soniquete de:
‘¿Va a pagar con tarjeta o en metálico?’ propio de los
dependientes que, por cierto, ayer se ganaron el sueldo. Los
clientes se quejaban de que había “poca cantidad”, pero se
alegraban de “los buenos precios”.
En Zara las colas eran tan abrumadoras que los clientes
apenas destinaron el día de ayer en descambiar nada, ya
habrá oportunidad más adelante, aunque ¡cuidado!, porque, al
paso que van las compras, usted puede quedarse sin el textil
o el calzado de moda, así que habrá de darse prisa. Y es
que, a partir de la semana que viene, en los locales sólo
quedarán las sobras.
Los asistentes se convirtieron en auténticos devoradores y
las estanterías, además de desordenadas, debido al alboroto,
comenzaron a ralear con el paso del tiempo, como el cabello
de un adulto cuando empieza a perder pelo. “Hay mucha gente
para muy poco personal”, comentaba una pareja de amigos que,
a un metro de la caja registradora (por fin, pensarían)
aseguraban llevar “media hora, o más” en la cola de Zara. Y
esta firma de textil fue la más concurrida y una de las más
socorridas para los más impulsivos, ansiosos por invertir
dinero en ropa con un mejor precio. Zara aumentará sus
rebajas progresivamente. Ayer, algunos artículos llegaron
hasta el 70 por ciento, según fuentes de la marca. A las 12
del mediodía, en plena ebullición, una de las dependientas
comentaba a este periódico, “ponemos, desde el primer día,
unas rebajas de entre el 50 y el 70 por ciento; y el 20”.
Las tres plantas de Zara aportaban colas de más de diez
metros, hasta 15, que obligaban a la gente a llegar hasta la
puerta. Muchos eran los artículos que cada uno poseía entre
sus brazos para pagar, ‘¿lo compro, no lo compro?’, pero a
medida que la cola avanzaba la desazón del consumidor
cambiaba a ‘llevo una hora en la tienda y todavía no he
pagado’.
En Springfield, las rebajas también eran suculentas. Una
chica se afanaba detrás del mostrado para atender la fila de
personas. Las prendas más golosas fueron el abrigo, la
americana y los vaqueros, según la encargada del
establecimiento: “Los vaqueros han bajado de 40 euros a
19,95 y a 14,95 euros.
En Springfield, que posee dos tiendas en la ciudad, las
rebajas serán más suculentas en 15 días, en la segunda
oleada, pero poco van a esperar los depredadores, que ya se
encargaban de arrasar con todo ayer. “Es día de fiesta para
el que las tenga”, comentó la chica del mostrador cuando una
de las compradoras lamentaba que tuviera que trabajar ayer
tanto personal. Los convenios de la cámara de comercio con
algunos establecimientos de franquicias obligan a éstos a
cumplir durante 12 domingos del año y, como ayer era fiesta,
este día se pasó al lunes, por lo que, según las normas,
ayer era laborable para ellos.
En Springfield de Parque Ceuta, las chicas empleadas
cumplían jornada completa, lo que las convertía, pasadas las
19:00 horas, en unas divertidas dependientas, atendiendo al
cliente de la manera más agradable posible, aunque también
quisieron mandar un mensaje crítico hacia los consumidores:
“Muchos no saben comprar, son salvajes” y a la derecha, un
chico deshacía una columna de sudaderas, “ves, ves”,
replicaban. Pero la jornada no acaba cuando se echan las
cortinas de hierro que anuncian el final del día; sigue
hasta que se recomponen todos los artículos, se limpia y se
cuenta la caja conseguida. Es ingente el trabajo que se
acumula para ellos entre bambalinas. Mientras la clientela
se agolpa en la puerta, esperando que se alce el telón del
consumismo, los trabajadores preparan el local para
presentarlo de la mejor manera posible. Por su lado, los
escaparates cumplen con su función de márketing y acribillan
al personal con sus ribetes y mensajes de impacto. La
mayoría de las tiendas de Parque Ceuta (como si se hubieses
puesto de acuerdo) exhibían el mismo porcentaje de
descuento, el 50 por ciento. Eso se cumplía en Springfield.
En la parte de Woman, camisetas que antes costaban 12’95
euros, habían descendido de la noche a la mañana hasta los 6
euros. Dos empleadas se entretenían componiendo el desorden.
“Está todo tirado por el suelo”, advertían.
De lo mismo se quejaban en Bershka, donde el revuelo era
insoportable. Este establecimiento, uno de los que podrían
colgar el cartel de ‘full’ (completo), daba por imposible el
hecho de recoger todas las prendas que se amontonaban entre
las piernas de los ‘turistas’. Las empleadas de refuerzo,
que llevan trabajando desde primeros de diciembre, no daban
a bastos. Pero, como no podría ser de otro modo, se
mostraban contentas por cumplir con sus cometidos. La
encargada avisaba de que durante los próximos “tres o cuatro
días continuará esta afluencia de personas” y añadía: “No va
a quedar nada”. En Bershka, los precios habían encogido
hasta alcanzar un saldo simbólico. Con 3,95 y 3,99 usted
podía salir de este local con algo a estrenar.
La franja horaria que más gente acumuló en los comercios
comenzó a las 11:00 horas. Desde ese momento, hasta las
13:00, el trasiego fue de los mayores de la temporada. A
pesar de que pocos cerraron a la hora de comer, tan solo
Boutique Club lo hizo. Este comercio, situado en los bajos
del edificio Trujillo fue quizá el único local exento de
franquicia que abrió sus puertas. “No podemos quedarnos
atrás, la gente sale al Revellín para comprar y nosotros no
podemos ser menos”, comentaba uno de los empleados. “Ha
venido muchísima gente, pero sobre todo para temas de
devoluciones o cambios de artículos”, agregó. En Club, la
rebaja no ha sobrepasado los 30 euros por prenda y la firma
Belstaff no ha variado los precios a pesar de las rebajas.
Este comercio asegura que “bajará el valor del textil según
la cantidad que vaya quedando, pero no nos marcamos ninguna
fecha”, dijeron.
También tuvieron alguna dificultad en la franquicia de ropa
interior Woman Secret, donde las colas eran especialmente
llamativas, lo que, como en Zara, hacían perder la paciencia
a los que esperaban media hora para pagar. “Hay poco
servicio”, se quejaban.
Perfumerías
Si en la televisión han desaparecido como por arte de magia
los anuncios de colonias y perfumes, como por arte de magia
han desaparecido también los compradores de los frascos más
codiciados. Hace una semana, a las 19:00 horas era imposible
si quiera preguntar a una de las encargadas de Empire. Ayer,
sin embargo, atendían a este medio con total tranquilidad.
“Abrimos porque tenemos que limpiar, reponer”, aseguraban.
Aunque los establecimientos dirigidos a este negocio no
poseen ofertas de rebajas, sí es posible que exista alguna
promoción nueva que abarate el precio de algunos perfumes.
Por quedar, queda muy poco de Diesel, apenas unos tarros, y
Bulgary “ha volado”, así como Cacharel.
Los empresarios de Super Roma, por su parte, hacía ayer
cuentas de las navidades y prefirieron no abrir ayer. Dice
Jorge Campos, uno de los dueños del comercio, que el balance
de estas fechas es positivo, ya que ha ayudado mucho la
fiesta del Borrego. Menos suerte tuvieron durante dos fines
de semana, cuando “nos aburrimos” por culpa de las lluvias,
“no había nadie en el Revellín”, recuerda, “pero cuando el
tiempo mejoró, la calle fue una feria”.
|