Lunes. 31
Comienzo a barzonear antes que otros días. Puesto que las
once de la mañana me cogen en plena calle de Camoens. Algo
poco habitual en mí. Lo cual hace posible que me tope con
Juanma López. De éste, recuerdo siempre, cuando jugaba
en el Jerez Deportivo, cedido por el Madrid, una jugada en
el último minuto de un partido que le dio la victoria al
equipo jerezano y me dejó a mí con esa cara de tonto que se
les queda a los entrenadores cuando sus equipos pierden de
esa manera. Era JL, sin duda, un extraordinario futbolista.
Ambos decidimos sentarnos en una terraza de cafetería
céntrica y, claro, acabamos pegando la hebra del equipo de
nuestros amores: el Madrid. Y metidos ya en faena, hubiera
sido difícil que el nombre de Casillas no saliera a
relucir. Juanma cree que yo me excedo al destacar los
defectos del guardameta merengue. Y a mí no me cuesta el
menor trabajo en enumerárselos de carrerilla. Reconociendo,
por supuesto que sí, que ha conseguido mejorar en alguna
deficiencia. Tiempo y oportunidades ha tenido. Lo que me
cuesta trabajo digerir, por injusto, es que sus
intervenciones sean sobrevaloradas y que sus fallos, a veces
clamorosos, se oculten sin ningún pudor por parte de quienes
ponen sus voces a los partidos televisados y radiados.
Mientras que los mismos narradores y glosadores andan
siempre prestos a informarnos de los errores que cometen los
demás guardametas. Una actitud que es de dominio público y
que ningún profesional se atreve a denunciar. Porque, quien
lo hace, se juega el ser perseguido con saña por los
interesados en que prevalezca el mito. Y los mitos, para
serlo, sólo pueden tener virtudes y jamás defectos. Y los
medios ganan mucho dinero con el portero del Madrid.
Martes. 1
Camino a las siete de la mañana. Como cualquier otro día. Ni
siquiera me he percatado de que vivo ya en otro año. Y es
así, porque la noche anterior me metí entre sábanas a la
hora de costumbre: antes de que dieran las once de la noche.
Por la calle, a prima mañana, transitan jóvenes que visten
todos de la misma manera: de negro. Los hay que llevan la
curda correspondiente y les sobran chaqueta, corbata, y
hasta llevan los zapatos colgados del cuello como si fueran
abalorios. Suena el teléfono cuando la tarde está todavía
inmadura. Quien llama, además de felicitarme por mi santo,
me pone al tanto de algo que dice saber de buena tinta. Le
respondo que ya estoy enterado de ello. Ante la extrañeza de
su respuesta, le digo que ha sido un amigo quien se le había
adelantado. Y el siguiente paso es que desea conocer lo que
pienso yo de la empresa de comunicación que desea hacerse
con mis servicios cuando empiece a funcionar. Pues nada. Lo
único que te puedo responder es que yo, a mi edad, además de
dármelas de escéptico, me preocupo sólo por el presente. Y
ese presente está, por ahora, en escribir cada día en “El
Pueblo de Ceuta”. Mentiría, eso sí, si dijera que me
desagrada el que haya empresarios de medios de comunicación
que gusten de mi trabajo. “¿Entonces?...”. De cualquier
modo, en esta vida no se debe decir nunca de esta agua no
beberé. Mi interlocutor, sin embargo, se quedó con las ganas
de que yo fuera más explícito. Lo entiendo.
Miércoles. 2
De vez en cuando conviene echar una parrafada con el editor.
Es lo que he hecho esta mañana de una manera imprevista.
Aunque debo decir que me ha sido posible porque es muy
difícil no verle sentado en su despacho pronto en la mañana
y casi todos los días. Lo cual es un buen síntoma; no sólo
porque es prueba de que se preocupa por su empresa sino que,
además, uno no tiene que hacer uso de intermediario para
exponerle quejas o satisfacciones. Por más que también
conviene valorar la presencia de Ángel Muñoz en su
despacho. Con los dos, padre e hijo, suelo yo hablar claro.
Lo cual me permite disentir en ocasiones y en otras resaltar
la labor que están desarrollando en el periódico. Ambas
posturas no se repelen. Claro que a la edad de uno, y con lo
que llevo visto y pasado, no actuar así sería una prueba de
cobardía imperdonable. A lo que iba: entre sorbo y sorbo de
café hemos repasado José Antonio Muñoz y yo ciertos
asuntos. Situaciones que nos valen para saber cada cual a
qué atenernos. Durante la conversación, expongo una de mis
intuiciones y el empresario, como es habitual en él, me dice
que procure no adelantar acontecimientos sin pruebas. Mi
respuesta no se hizo esperar: es preferible avisar para que
quien está dispuesto a atentar contra la empresa se lo
piense dos veces antes de dar ese paso. Lo dejé, como no
podía ser menos, con la duda consiguiente.
Jueves. 3
José Antonio Alarcón anuncia su vuelta al trabajo.
¡Ya era hora!... Puesto que el director de la Biblioteca
Municipal se ha pasado trece años viviendo la vida. Ha
estado todo ese tiempo liberado para ejercer de secretario
de Política y Relaciones Institucionales de Comisiones
Obreras. Un chollo del que parecía que nunca se iba a
cansar. No me extraña que sus meninges hayan estado a punto
de sufrir un descalabro irreparable y, por tanto, tenga
ahora que practicar cuestiones elementales a fin de ponerse
al día. Sin embargo, lo que yo pienso acerca de por qué
vuelve Alarcón a su puesto de trabajo es lo siguiente:
estaba el hombre hasta los huevos de tener que soportar a
Juan Luis Aróstegui. Máxime cuando es sabedor de que
éste se ríe de él por detrás y encima lo tacha de hablar
demasiado en cuanto se le calienta la boca. Y sobre todo es
consciente de la mucha tirria que Aróstegui le tiene porque
se niega a participar en los ataques por sistema a Juan
Vivas. Me consta que el paso que ha dado el director de
la Biblioteca Municipal será secundado por otras personas
que, no hace mucho tiempo, se bebían los vientos por el
manda de Comisiones Obreras. Debido a que se han dado cuenta
de que tiene marcada a fuego en la frente la cruz de la
impostura. A partir de ahora, amén de que cada día se verá
más solo, cuando convoque a los militantes, Aróstegui
comprobará que son trece y un mono. Le conviene hacer mutis
por el foro cuanto antes.
Viernes. 4
La semana pasada, y en este espacio, le recordaba al
presidente de la Ciudad, Juan Vivas, lo conveniente
que sería que él influyera, dentro de sus posibilidades, que
son muchas, para que la luz inundara las cuentas de la
Federación de Fútbol de Ceuta. Y es que hay motivos
suficientes para que el hombre más votado en esta ciudad se
percate de que llegará un día en el cual las más que
posibles cuentas del Gran Capitán, del organismo
futbolístico ceutí, puedan exhibirse como arma arrojadiza
contra él. De hecho, es bien sabido la mucha leña que está
recibiendo el consejero de deportes melillense y de paso
Juan José Imbroda. Estopa que le dan, al alimón, dos
periodistas de “El Faro” de Melilla: llamados Ridruejo
y Aznar. Debido a que el presidente de la Federación
de Fútbol de Melilla confunde, presuntamente, los dineros
públicos con los privados. En esta ciudad, en la cual
Juan Luis Aróstegui no cesa de meter las narices en
todos los sitios donde le soplen que hay irregularidades de
cualquier tipo, algunos no entienden cómo todavía no le ha
dicho a Emilio Cózar que procure airear las cuentas del
organismo que preside desde antes de hacer la Primera
Comunión. Y la razón es bien sencilla: Esa denuncia no le
sería permitida en el periódico donde escribe sus “dardos”.
Y hablando de subvenciones: ¿sabe Aróstegui qué se hacen con
las que reciben la Federación de Fútbol y una residencia muy
prestigiada de esta ciudad? Pues debería indagar. Como
sabueso profesional que es. Máxime cuando quienes están al
frente de ellas dicen que ser cristiano no es fácil. Que hay
que renunciar a muchas cosas que no están en consonancia con
la Iglesia. Me imagino, digo yo, que hurtar formará parte de
esas cosas de las que un cristiano ha de abstenerse.
Sábado. 22
Me cuentan que Diego Quintero no acaba de asumir su
destitución. Lo cual es lógico. Pues cualquier profesional
que se precie, y por más que en el fútbol echar a los
entrenadores se haya convertido en algo habitual, sufre lo
indecible cuando le rescinden el contrato. Seguro que el
técnico sevillano está pasando por un mal trance. Sobre todo
porque era la primera vez que ejercía como primer
entrenador. Y hasta es posible que su carácter se haya
avinagrado. De cualquier manera, y al margen de que esté
molesto por no haber recibido su finiquito, lo peor que
lleva es la duda que le embarga: ¿será verdad que he sido
traicionado por José Enrique Díaz?... Es la pregunta que se
viene haciendo. Y, claro, quienes lo tratan y saben cómo se
las gasta Díaz, le responden que sí. Que quien se la ha
jugado es el mismo que le recomendó a su manera... Por más
que JED le haya jurado, una y mil veces, que él no ha tenido
nada que ver en la defenestración. Y le ha dicho más el
valedor de Quintero: que éste estaba sentenciado antes de
estampar su firmar en el contrato, por casi todos los
componentes de la junta directiva. En lo tocante a Díaz,
mucho me temo que como no gane un partido de los dos que
juega el equipo lejos del Alfonso Murube, es decir, en Lorca
y en Mazarrón, no podrá seguir manteniendo lo que le dijo a
la directiva cuando los resultados se le torcieron a Diego
Quintero: “Este equipo está hecho para jugar al ataque y
sólo al ataque”. Una majadería. Por supuesto que sí. Pero
era la única salida que tenía para demostrar que él no se ha
equivocado en la confección de la plantilla.
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