Densos y oscuros nubarrones cubren el horizonte que diviso
desde las ventanas de las tres fachadas de mi casa
mataronense, la cuarta está tapada por el edificio de al
lado, y me producen un poco de tristeza al pensar que voy a
regresar a Ceuta en un día tan oscuro, tanto en tiempo como
en recorrido, con algunas amenazas “naranjas” pendientes
sobre el techo del coche.
Sin embargo, algunos resquicios en los frentes atmosféricos
dejan lugar a un pequeño brote de esperanza de que los
hombres y mujeres del tiempo acierten de una vez por todas,
no tengo fe en ellos, y el sol confirme la fama del país,
esa fama patentada en el lema: “España, Sol y Toros”.
También, esos densos y oscuros nubarrones me hacen meditar
en la explosión de alegría que tiene el área de Sanidad del
Gobierno ceutí por la subida de ciertas marcas de tabaco… en
una declaración pareja a una imposición contra determinado
sector de los ciudadanos, sin votaciones ni referéndum que
valgan, merced a una ley promulgada en un momento de ataque
de tos, ajena al humo, de uno de los paridores de la misma.
Ley que somete la voluntad del ser humano; ley que impone
una obligación contra un derecho; ley que clava un navajazo
artero a los derechos humanos.
La aseveración que hacen los “expertos” miembros de los
servicios sociales y sanitarios de la ciudad, mucho de ellos
“expertos” fumadores, de que subiendo el tabaco un diez por
ciento dejarían de fumar un ocho por ciento… y encima
indicando con el dedo a la población de países con rentas
bajas. O sea que los ciudadanos de países pobres tienen más
posibilidades de morir fumando que los ciudadanos de países
pudientes. No tiene pies ni cabezas esa estúpida
declaración. La danza del humo no evitaría que más de diez
millones de seres humanos murieran: el humo de los
incendios, de las bombas, de los vertederos, el fantasma del
hambre, de la sed… ¿no cuentan en ese supuesto estudio? No
morirían diez millones si no cientos de millones.
Menos mal que sólo fueron 271 ceutíes los que necesitaron
algún tipo de apoyo psicológico o médico para dejar de
fumar. Supongo que serían ceutíes de rentas bajas y no
caballas, pero considero que esas actuaciones, más cercanas
a una especie de control policial que a otra cosa, no
benefician al ciudadano al menoscabar su derecho a la
intimidad y a gozar de la vida. Eso de controlar al paciente
por medio del teléfono o de la modalidad personalizada a
través de un fichero con todos los datos para elaborar el
perfil del delincuente contaminador y fumigador de
nicotina…parece más bien la campaña de caza de brujas que
otra cosa.
Si como los miembros del departamento de Sanidad confiesan
que los adolescentes comienzan a fumar a partir de los 14
años… eso significa que de nada sirve la ley de marras.
Además de fomentar la creación de dos bandos radicalmente
opuestos, significa una discriminación total y absoluta
contra una parte de los españoles, y, de paso, de los
turistas impidiendo hacer uso de un derecho que implica un
placer para quién lo acepta.
Si quieren que dejemos de fumar, no hacía falta esa ley,
podían muy bien echar abajo las fábricas de tabaco; impedir
las importaciones; cancelar la concesión de estancos;
derribando los existentes; quemando las plantaciones y
mandando a la porra a todos los implicados en la elaboración
de la danza del humo… de seguro que el contrabando de tabaco
borraría de la faz del país el narcotráfico, porque
fumadores siempre los habrá quiérase que no.
No quiero imaginar que los fumadores nos veamos, dentro de
nada, fotografiados en plan delincuentes, con pasquines de
“se busca” en todas las esquinas y con la calificación de
“terroristas del humo” porque matamos y morimos con la danza
del humo.
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