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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE ENERO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La soledad del badulaque
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La gente gritaba iracunda contra Vivas, contra Gordillo y contra el delegado del Gobierno. Ardían los contenedores y ondeaban las banderas en los balcones de las viviendas propiedad del Ministerio de Defensa. Y lo peor de todo, para el PSOE y el PP, sin duda, fue ver cómo los telediarios de la tarde no se cansaban de ofrecer la imagen de un político vitoreado por la muchedumbre, Juan Luis Aróstegui, mientras quemaba el estatuto.

Es el último párrafo de la columna dedicada a la quema del estatuto de autonomía, el día 6 de noviembre; acto pensado, dirigido y encabezado por Juan Luis Aróstegui. El sitio elegido para celebrar hecho tan relevante fue la avenida de Sánchez-Prado. Y a mí no se me ocurrió otra cosa que hiperbolizar con guasa una acción en la cual el secretario de política municipal del PSPC quedó, una vez más, como la Chata de Cái o como Cagancho en Almagro. Es lo suyo.

Sin embargo, lo que sí me sorprendió es la aceptación que aquella columna tuvo. Se habló de la hilaridad que había causado la forma de contar que a la quema del estatuto fueron tres personas y un loro. Que es la capacidad de convocatoria que suele tener Juan Luis Aróstegui. A pesar de que es, no lo olviden, secretario general de Comisiones Obreras.

Después de tan chabacana pantomima, cachondeable desde cualquier punto de vista que se hubiera mirado, corrió el rumor, insistente por cierto, de que el quemador del estatuto se cortaba la coleta como activista político, por la vergüenza que había pasado ese sábado de noviembre bajo la mirada atenta y profunda de Sánchez-Prado.

Quienes alentaron el rumor, bien porque les interesaba; bien porque estaban convencidos de que ellos, de haber estado en la situación del quemador del estatuto, habrían optado por darse una puerta sin la menor dilación; o ya porque decidieron ponerse en el lugar de Aróstegui y pensaron que era necesario tener la cara muy dura para no quitarse de en medio por ofrecer tan denigrante espectáculo, se equivocaron. Porque desconocían las interioridades del sujeto.

No obstante, y aunque el secretario general de Comisiones Obreras no se percatara de ello, ese día pusieron cara de asco hasta quienes hasta ese momento habían conllevado, con algo más que resignación cristiana, las fantasmadas del líder que había perdido el poco crédito que ya le quedaba. Pues una cosa era soportarle su falta de tirón electoral, y sus continuados fracasos en las urnas, y otra verle convertido en un chiquilicuatre cualquiera. Y, encima, haciendo un papelito de pirómano. Lamentable.

A partir de aquel día de noviembre, cuando lo de la quema del estatuto, los militantes de peso del PSPC se han ido borrando de todo acto en el cual aparezca Aróstegui. Para muestra el celebrado últimamente en el Hotel Ulises: hubo 23 asistentes para oír al loro que es inaccesible incluso al desaliento que suelen causar las derrotas. Y mucho más si éstas son frecuentes.

Y ese loro, que puede estar cavando ya la fosa de la primacía de Comisiones Obreras en esta ciudad, ha intentado minimizar “El Pueblo de Ceuta”: que mantiene más de cuarenta nóminas cuyos titulares cobran como Dios manda. O sea, cuando principia el mes. El loro esta cada vez más solo por soberbio, listo y... tengamos la fiesta en paz. Y esa soledad es la del badulaque.
 

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