Con unas tasas que duplican la media nacional y que en lo
referente al empleo femenino, se pueden calificar de
dramáticas, la ocupación en Ceuta es la gran asignatura
pendiente para cualquier gobierno y para la sociedad en su
conjunto. Los jóvenes no salen mejor parados y lo peor, es
que no se aprecia un horizonte que despeje este nubarrón que
empaña la prosperidad de nuestra ciudad.
La estructura económica de Ceuta, basada fundamentalmente en
los servicios públicos, pone unos claros límites a las
posibilidades de ocupación de los demandantes de empleo: la
capacidad de absorción por parte de las diferentes
administraciones, colapsadas ya en algún caso, como ocurre
con la Ciudad Autónoma, que está al borde de sus
posibilidades, a pesar de lo cual, los ciudadanos siguen
viendo en ella la mejor posibilidad de encontrar trabajo.
Han sido varias las vicisitudes por las que ha pasado la
economía de Ceuta en los últimos cincuenta años, pero es tal
vez a partir de la década de los noventa, cuando las
dificultades se han incrementado, al reducirse los sectores
productivos y, por tanto, la capacidad de generar actividad
y empleo.
De la pérdida de industrias conserveras, de lácteos y
cerveceras, se sobrepuso como pudo la ciudad, gracias al
“boom” del bazar, que durante años supuso una inyección
importante de ingresos para las familias ceutíes, pero el
desarme arancelario de España y su definitivo ingreso en la
Comunidad Económica Europea, desactivaron la competitividad
de Ceuta en este sector, desviándose la demanda hacia
cualquier otro rincón de España, que podía ofrecer los
mismos productos en condiciones más ventajosas, tanto de
variedad como de servicio. En igualdad de condiciones, el
precio del barco disuadía ya a cualquier hipotético
comprador para acercarse a nuestra ciudad. El efecto sobre
la ocupación fue demoledor.
La caída drástica de actividad portuaria, fue otro de los
factores que, durante esos mismos años, vino a añadir más
dificultades a la economía de Ceuta, y los tráficos
desviados a puertos con mejores servicios y más
competitivos, supuso un auténtico drama para muchas empresas
ligadas a las actividades de atención y suministro a buques,
con la consiguiente destrucción de empleo.
El Ayuntamiento, no ajeno a los problemas por los que
atravesaba la ciudad, planteó los llamados planes
estratégicos, que no dieron el resultado deseado, entre
otras cosas, por el exceso de teoría y el escaso compromiso
de las diferentes administraciones públicas. Un puerto sobre
el que se dejó de invertir y que no se preocupó de
modernizarse y estar en los grandes foros de captación de
negocio. Una industria decadente sin ayudas al transporte y
a la reconversión.
Un comercio agotado, que necesitaba modificar sus
estructuras y que en un último intento agónico, puso el
objetivo de su actividad en el tránsito de mercancías hacia
Marruecos. Una ciudad, Ceuta, que necesitaba igualmente
modernizarse en equipamientos y en servicios si no quería
perder el tren del desarrollo.
La profesionalización de las fuerzas armadas, fue otro
mazazo a determinados sectores de la economía ceutí, como el
del taxi, por poner un ejemplo, al descender
considerablemente el número de miembros del ejército en
nuestra ciudad.
En los últimos diez años, se han realizado esfuerzos
tendentes a paliar la crisis económica y a superar el drama
del desempleo, pero los ejes sobre los que se han basado,
siendo buenos, han resultado insuficientes:
La inversión pública aplicada a la mejora de equipamientos
colectivos y vinculada al apoyo al comercio, la potenciación
del turismo como fuente de ingresos, algún intento de
mejorar las estructuras comerciales y de apoyo a la forma de
gestión comercial,incentivos fiscales para las empresas con
repercusión en el empleo, y mucha presencia de las
administraciones públicas, sobre todo la local, en la
creación de empleo público.
Los resultados sobre las iniciativas públicas de apoyo a la
industria, con amparo en el sistema de reglas de origen, han
supuesto otro auténtico chasco en relación con las iniciales
expectativas, y los apoyos al empleo y la mejora de pequeños
negocios realizados con fondos europeos, sólo han servido
para que no se deteriore más el débil tejido productivo
ceutí.
Los llamados planes de empleo, financiados en su mayoría con
fondos estatales, han paliado la situación de cientos de
familias, pero sólo su mantenimiento indefinido en el tiempo
permitiría que la mayoría de los beneficiarios no acabase
engrosando de nuevo las listas del desempleo, porque la
única inserción laboral permanente que se ha conseguido a
través de estos planes, ha sido la absorción de un número
importante de beneficiarios, por parte de una empresa
municipal creada a tal efecto, de economía sin duda social,
al tener como prioridad el empleo más allá de la eficacia de
su actividad, la cual, por otra parte, no cuestionamos. Y es
que el sector de la construcción, tanto en obra civil como
en vivienda, a pesar de las importantísimas inversiones
tanto públicas como privadas que viene gestionando en los
últimos años, no ha absorbido ninguna cantidad significativa
de empleo en relación con ese volumen de inversión citado.
Las causas son conocidas:
La falta de cualificación de los desempleados ceutíes, que
se pretende corregir con los esfuerzos en formación que
patrocina la Ciudad Autónoma y otras entidades, que las
empresas cuentan ya con sus propios grupos de trabajadores,
el escaso interés, en muchos casos, de los desempleados de
Ceuta en trabajar para la empresa privada, esperando su
oportunidad en Obimace o en los planes de empleo, a los que
consideran lanzaderas para acabar en la administración.
La formación de nuestros jóvenes, sea a nivel universitario
o de formación profesional, es el gran reto de nuestra
sociedad, para evitar que su futuro esté ligado al desempleo
y a la ayuda social, como ha ocurrido con la generación
anterior a la suya. Pero lo cierto es que las diferentes
administraciones deberán esforzarse para crear condiciones
que faciliten actividad estable en Ceuta, generadora de
empleo, tal vez potenciando las fortalezas de la ciudad y
desechando esfuerzos inútiles y baldíos.
El Puerto, los servicios, el comercio, el turismo, la
administración, la inversión pública, la ayuda eficaz al
transporte, y un montón de etcéteras más, serán las claves
de nuestro desarrollo, si hay auténtica voluntad y se ponen
de verdad los medios para ello, porque Ceuta no puede ni
debe seguir soportando las tasas de desempleo que tiene en
estos momentos.
Esta es nuestra gran asignatura pendiente y para superarnos
debemos orientar todos nuestros esfuerzos en esa dirección.
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