Las fiestas navideñas nos han
dicho adiós, a igual que el año viejo que se ha marchado
dando paso al año nuevo. Los gastos en estas fechas se han
disparados pero aún, a pesar de todo, nos queda el mayor
gasto que tenemos que realizar con la llegada de los Reyes
Magos. Con su llegada, la tarjeta esa que nos da nuestro
banco amigo, le entra más “temblaera” que a un gachó en
pelotas paseándose por el Polo Norte en el mes de enero.
Vamos, que se queda más averiada que el cajero automático
del Banesto, que cuando no esta fuera de servicio por causa
técnicas, le falta poco para estarlo. Y encima le dicen que
vaya al más próximo, donde usted tendrá que pagar más por
sacar un dinero, que de funcionar su cajero no tendría por
que pagar. ¡Anda que no es listo el enano que está dentro
del cajero!.
Si por un casual usted quiere sacar dinero y su tarjeta está
más caducada que el primer yogurt que se tajeló el difunto
de mí bisabuelo, el enano que está dentro del cajero, saca
la mano y con el dedo corazón hacía arriba le indica cual es
el estado de su tarjeta. O sea que está usted más tieso que
una mojama en tiempo de poniente fuerte.
La verdad es que, con la llegada de los Reyes Magos la
cuesta de enero se hace insoportable, Bueno la de enero, la
de febrero y si me apuran la del todo el año. Es difícil
salir de UVI económica en la que entra usted en una larga
temporada. Así que cuidadito con el cartoncito de marras, no
sea que no lo vaya a poder utilizar en una larga temporada.
A servidor, personalmente y en persona, lo diga el mundo
mundial, los jóvenes y las jovenas, le gusta mucho más los
Reyes Magos que el gachó ese que viene volando en un trineo
y entra en las casas por la chimenea. Por supuesto que
respeto todo y cada uno de los gustos, como toda y cada una
de las celebraciones. Pero como dicen que el libro del gusto
está en blanco, pues me gustan más los Reyes Magos.
Y que conste en actas, amigo guardia, que no es mucho lo que
le tengo que agradecer, en cuanto a la traída juguetes se
refiere, en mi época de niñez, a los Magos de Oriente. A
pesar de ello me hacia una gran ilusión su llegada cada seis
de enero, no perdiendo las esperanzas de que, un siglo de
esos, me pusiesen un regalo de reyes. Hoy día sigo
manteniendo la misma ilusión, pero en esta ocasión sé, a
ciencia ciertas, que los Magos me traerán al menos una
corbata. Y sigo pensando, sin que pueda hacer nada por
evitarlo, que habrá muchos millones de niños que seguirán
manteniendo las esperanzas de que, algún año, los Magos les
traerán algún juguete. La esperanza dicen los entendidos,
que es lo último que se pierde y que, mientras hay vida, hay
esperanza. Una frase hecha que personalmente, creo no vale
para nada, sólo para alimentar vanas esperanzas.
En fin que, como con la llegada de los Magos, nos vamos a
quedar sin un euro, habrá que ir pensando en algún banco
amigo que tenga la amabilidad de concedernos un préstamo
para irnos aliviando los meses que nos quedan por recorrer.
Como en los toros, que Dios reparta suerte y el préstamo sea
lo menos posible.
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