Ya han sido publicadas las nuevas
subidas de precios en comparación con las registradas en
2007 y así aparece que la leche ha subido un 30,5 %; el pan
un 14,1 %; la carne de ave un 11,4 %; la pasta 11.1 %; los
huevos un 9,7 % y las legumbres, por no citar mas artículos,
un 9,3 %. Y no digamos las hipotecas: en un préstamo medio
de 18.000 euros se han incrementado los intereses anuales en
más de 1.100 euros. O sea, que si se suman las subidas
aunque solo sea de los productos alimenticios señalados
alcanzarían la cantidad de 127,1 % el incremento de los
mismos (claro que esto seria hacer como aquella familia a la
que a un miembro de la misma se le prescribió un análisis y
todo el conjunto familiar depositó su orina en el mismo
recipiente para “así conocer, cuando les facilitaran el
resultado, la situación clínica de la familia”). En cambio,
el salario mínimo, que por suerte nadie cobra en España, ha
subido un 5,1 % y la pensión media un 4,1 %.
Pero bromas aparte, lo que nos interesa hoy es la subida de
los precios y lo que no acabamos de comprender es cómo si
los productos básicos que hemos citado, mas otros también
básicos (sin contar los relativos a Servicios que algunos
tienen hasta dos subidas al año) pero menos usuales
(lácteos, legumbres secas, mantequillas, etc. etc.) suben,
el que menos, un 12,48 %, el Índice de Precios al Consumo,
mas conocido por el IPC, solo ha subido un 4,1 % (¿). Así
nos podemos explicar, por el alto aumento de los precios, la
diferencia de más de 15 puntos de competitividad exterior
entre 1999 y 2007 de la economía española, con los países de
la Eurozona, siendo la evolución más negativa registrada en
el marco comunitario a excepción hecha de Irlanda. ¡Ah! y el
conejo en los últimos días ha subido un 41 %, aunque este
dato oído en una emisora de radio el pasado día 29 de
diciembre no sabemos si se trata de una realidad o de una de
las inocentadas que proliferan en esas fechas. Eso sí, de
ser cierto, habría que incluir al Sr. Solbes Mira, Ministro
de Economía, en la relación de clientes de Rappel (el mago
del tarot que adivina el futuro por medio de la cartomancia)
para que le asesorara antes de realizar recomendaciones de
ciertos consumos, pues luego se da de narices con el
incremento de su precio y resulta que la citada
recomendación queda en agua de borrajas que, por otro lado,
al emplearse la infusión de sus flores como sudorífico, no
nos vendría mal a quienes disponemos de unos kilitos demás.
Ya de paso, nos referimos a Rappel, podría asesorar a la
Ministra de Fomento, pues no da ni una en clavo con
referencia a los horarios de trenes (cuyas tarifas también
tienen fijado su incremento), un cuando aquí podría
aprovecharse la clientela de unos minutos de retraso para
que le devuelvan el importe del billete adquirido.
Lo dicho: “Año Nuevo, nuevas subidas de precios” y a pechar
con los incrementos que se produzcan, aunque nosotros, a
pesar de la nostalgia que nos rememora tiempos pasados y
costos menos gravosos, aprovechemos para desear a todos las
mejores y mas felices venturas y dichas en el próximo
“ejercicio económico” (estamos hablando de economía, ¿o no?)
que para nosotros los “particulares” se refiere a los doce
meses venideros que tienen que transcurrir.
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