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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 2 DE ENERO DE 2008

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

La otra discriminación, ¿Cuento? de Navidad
(Dedicado a José Antonio Trujillo por su cumpleaños)

Por Lola Lara


Era una calurosa noche de principios de Agosto, y todo Ceuta se disponía a ir a ver la cabalgata que indicaba que la “feria” estaba en su apogeo.

José Antonio, también.

Era un hombre de 28 años, joven, bastante sano, de su tiempo y con muchos amigos y familiares.

Como nos ocurre a todos, tenía algo especial que le hacía único, que le distinguía de los demás, y, en su caso, era su particular forma de vestir: siempre llevaba un grueso abrigo de piel sintética que le llegaba a los pies. Prácticamente lo usaba desde que nació, por eso ya a nadie sorprendía verle con él a todas horas.

O por lo menos, a casi nadie.

Esa noche de la que hablamos, iba con su familia dispuesto a disfrutar como uno más de lo que la ciudad había puesto al alcance de todos los caballas, de todos los visitantes y de todo aquél que quisiera compartir sana alegría y diversión.

Pero al dirigirse al lugar, en una de esas encrucijadas que se crean de manera puntual cuando se altera el tráfico, uno de los encargados de dirigirlo todo, vestido de azul, le prohibió el paso. El motivo: no podía pasar con ese abrigo pues eran unas fiestas dedicadas a gente que vestían con ropas veraniegas.

¡Vaya la que se organizó!

La familia empezó a hablar de discriminación, pero como era tiempo de diversión lo único que se les ocurrió fue decir que estaba bien, que no irían a ver las carrozas, pero que se irían a la Feria, que tampoco estaba mal.

“¡Imposible!”, les dijo el señor de azul, “¡no existe una ruta alternativa y tienen que esperar a que todo termine! Y, además, ¡circulen, que están impidiendo el paso a otras personas que tienen más derecho por ir vestidas adecuadamente!”

En ese momento, la indignación fue tal que las protestas se hicieron unánimes entre los familiares de José Antonio. Y el hombre de azul, elevando la voz por encima de todos, con la autoridad que le confiere el creerse en posesión de la verdad, dijo: “Pero señores, ¡¿CÓMO SE LES OCURRE SALIR A LA CALLE CON UNA PERSONA ASÍ?, ¿POR QUE NO SE LEEN LA PROGRAMACION DE FESTEJOS ANTES DE SALIR DE SUS CASAS?!...

” Todos enmudecieron. Atónitos, cogieron de la mano a José Antonio y empezaron a circular. Sabían que pronto se les pasaría el disgusto pues no era la primera vez que esto ocurría, aunque cada vez más de tarde en tarde.

Pero nunca lo hubieran esperado de “un hombre de azul”…

En fin, cuando encontraron un sitio en donde pasar el rato hasta que el camino quedara libre para todos, ya casi se les había olvidado el incidente y reían pensando en la anécdota. Una más. Algún día escribirían un cuento con alguna de ellas….”

Y hasta aquí el cuento.

Una cosa más.

En un ejercicio de imaginación cambien el abrigo de José Antonio por una discapacidad intelectual, por movilidad reducida; y la palabra cuento por la de cruda realidad.

Ocurrió en Agosto.

Queremos ir a ver la cabalgata de Reyes.

Esperemos que en Enero no ocurra igual. Han tenido cinco meses para crear un recorrido y unos accesos adecuados para todos. PARA TODOS, sin que haya que ir con el dorsal del cociente intelectual colgado a la espalda, como si de una carrera de obstáculos se tratara.

¿O no?

LOLA LARA, mamá de José Antonio.
 

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