Buenos leños para encender, buenos
libros para leer y buenos amigos con los que conversar”. Con
la prieta madera de algarrobo crepitando alegremente en la
chimenea y una cena sabrosa pero frugal, dimos comienzo a
este nuevo año encareciendo, entre todos, que a la postre
sea al menos como el pasado; la salud el principal activo y
que nuestros corazones sigan, animosos, latiendo. Otro año
más (y otro año menos, en nuestra cuenta particular) se nos
ha escurrido entre las manos aunque estos días,
apaciblemente refugiados en casa, hemos logrado sobrevivir
al absurdo e hiriente consumismo de estas fechas y sus
perniciosos efectos para el bolsillo, la salud y hasta la
dignidad. El desenfrenado ritmo social en las sociedades
pudientes del Planeta, jaleado por una implacable
mercadotecnia a la que le importa una higa la paz y la
felicidad del género humano, tampoco ha podido este año
turbar la placentera serenidad con la que, el que esto
escribe, su pequeña familia y unos buenos amigos, comenzaron
su andadura en este año de 2008. Tras los bosques de Beni
Hosmar (dejando a nuestras espaldas los valles de Tetuán y
Martil, bañados por los rayos del sol) una escala en Buanán,
recordando con dolor la infamia del 11-M y el recuerdo de la
nada, para seguir hasta las altivas crestas del Gorgues y,
tras dejar el coche donde siempre, emprender una enérgica
arrancada hasta la antigua posición de Cudia Tahar, donde su
exigua guarnición (dos mermadas compañías del Regimiento del
Príncipe) resistió denodadamente, desde el 9 de septiembre
de 1925, la embestida de tres mil harqueños de la República
del Rif hasta su liberación, cuatro días más tarde. Por los
alrededores decenas de “Eguzkilore” (“Flor del sol” en
euskera) parecían saludar el nuevo año, alejando protectores
akelarres y malos espíritus de las cumbres de la montaña.
En Marruecos varias fueron las noticias que marcaron, a mi
parecer, este fin de año. Una de ellas la anunciada evasión
del famoso ciudadano español Mohamed Uazzani, más conocido
como “El Nene”, de la cárcel de Kenitra (45 kms. al norte de
Rabat), donde cumplía condena de 8 años de prisión por
tráfico internacional de drogas y tentativa de homicidio.
Por tal motivo ayer mismo, 1 de enero, el Tribunal de
Primera Instancia de Kenitra condenó a 8 funcionarios de la
prisión (fue apenas hace unas horas y aun no he tenido
acceso a nombres y cargos de los implicados) a penas que
oscilan entre dos meses y dos años de prisión firme. A mí la
fuga del “Nene” no me ha extrañado (salía y volvía a entrar
cuando le daba la gana), aunque yo la enmarcaría en un mero
asunto de negocios: el “Nene” no se fugó, se cobró una deuda
a un prominente y agobiado responsable administrativo que,
en su momento, se vio solo ante el duro dilema de cómo
solucionar un delicadísimo asunto familiar que el “Nene”,
siempre generoso y ojo avizor, arregló solidariamente, con
presteza e inteligencia.
Mohamed Ouazzani, “El Nene”, disfrutó primero del “hauli” y
luego del turrón en Ceuta, ciudad querida y pudiera ser que
hasta en la Costa del Sol, saludando a viejas amistades y
disfrutando jactancioso de su libertad. Veremos en qué acaba
la petición ante la Interpol, de busca y captura, elevada
parece ser por Rabat.
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