El hielo se acumula en la vida diaria de los militares
españoles enviados a Kosovo en misión humanitaria. En una
tierra donde el frío mella el campo y orada las montañas más
de 400 ceutíes hacen piña junto a sus compañeros gaditanos y
sevillanos para celebrar lo más castizamente posible el fin
de año, porque también lo es allí, en Istok, la ciudad donde
el contingente vigila y vela en misión de la OTAN.
El coronel de Regulares en Ceuta, José Acevedo Espejo
continúa dirigiendo lo que probablemente sea, para él, la
experiencia militar más bonita en su carrera. Apenas ha
comenzado el tiempo a caminar para ellos en una tierra
sacudida por los regionalismos, y ya han festejado la
Nochebuena, la Navidad y hoy, el fin de año. A pesar de los
kilómetros de distancia que separan a los militares de sus
familias el uso horario los acerca de manera importante. De
este modo, tomarán las uvas a la misma vez que la madre, la
novia, el padre y la abuela. Brindarán con champán con el
mismo ímpetu y reirán al mismo tiempo.
La cena de hoy, seguramente, será una de las más copiosas de
la temporada para ellos. Es probable que, en cuatro meses,
no prueben nada más ostentoso que hoy: tomarán comida
española, los cocineros se apretarán el delantal y los
soldados se desabrocharán el cinturón, para la mayoría, en
su primera aventura navideña lejos de casa. Echarán de menos
el bizcocho de la madre, los arrumacos de la abuela, o los
regalos de reyes, pero nadie les robará un día en que,
sirviendo a España, vivieron en familia la Navidad junto a
sus compañeros. Poca será la fiesta para ellos, puesto que
el trabajo es el trabajo, pero los altos cargos dejarán unas
horas de asueto para la celebración.
Uno de los mejores inventos que ha llegado a las zonas de
conflicto es internet, concretamente, el messenger. Este
rincón de la red permite a los militares, familias y
novias/os dar un paseo por la nostalgia, recubierta de nieve
allá; repleta de humedad, acá. Una de las medicinas más
notables para el soldado no son las espinacas, sino la
satisfacción de poder encontrarse con sus seres queridos a
través de la palabra escrita. Murieron las cartas, que sólo
se mantienen para los más tradicionales, pero vive el amor
dentro de cada uno y nuevas vías de comunicación se han
abierto para que el recuerdo y la información transiten de
la mejor manera posible en las familias militares.
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