Lunes. 24
Leída la entrevista hecha al delegado del Gobierno por
Gonzalo Testa, el domingo 23, sólo me llamó la atención la
respuesta de Jenaro García-Arreciado a la pregunta de si
éste tenía la impresión de vivir en una ciudad más corrupta
de lo normal. Y fue así porque me recordaba muchísimo,
cambiando lo que haya que cambiar, a otra contestación dada
por Fernando Marín López, subdelegado del Gobierno, a Paco
Amores. Ello sucedió antes de la llegada de Manolo Peláez:
primer delegado del Gobierno de la democracia. Marín López
se despachó a gusto. Y sus palabras me han servido a mí para
comentar, en ocasiones, lo mal que lo suelen pasar todos los
delegados del Gobierno en esta ciudad. “Mire usted, Amores,
llegan los interesados en que nada se innove y que se haga
sólo su santa voluntad, procurando convencer con sutilezas y
por medio de la influencia de ciertas amistades. Y si no lo
consiguen se emplean con acciones directas y tratando de
imponer sus leyes. Aquí se actúa con la palmada en la
espalda, el tuteo indiscriminado y exigiendo que los
despachos estén abiertos a todas las horas y para todas las
personas que se creen relevantes...”. Palabras del onubense
al subdirector de este periódico: “Yo tengo la impresión de
vivir en una ciudad que funciona obedeciendo a leyes
distintas a la del resto de España. Los usos, los hábitos,
las costumbres...”. Inmediatamente, se produjo la reacción
contundente del presidente de la Ciudad: “Nos limitaremos a
mantener las relaciones institucionales con la Delegación
del Gobierno, si no existe la rectificación oportuna”. Se
palpa que la campaña electoral está a la vuelta de la
esquina.
Martes. 25
Me echo abajo de la cama como cada día: a prima mañana.
Cierto es que la noche anterior, a pesar de ser Nochebuena,
a las once ya estaba a punto de coger el sueño. Algo
habitual en mí. Este año, ni siquiera he sido despertado por
los cantes navideños. Parece ser que la gente ha dejado de
cantar villancicos. Al menos, en mi barrio. También he
observado, durante mi paseo matinal, que no había chavales
dando barquinazos por la calle. Lo cual me llenó de
satisfacción. Porque resulta desagradable ver a jóvenes
ebrios, luciendo la borrachera de la imbecilidad. Echo de
menos, como no podía ser menos, la falta de periódicos. Así,
en cuanto finalizo mi columna, me planto ante los anaqueles
de mi biblioteca y desparramo la vista sobre los títulos que
allí se agolpan. Y descubro “Con el viento Solano”. De
Ignacio Aldecoa. Una novela que leí hace años y cuya prosa
me dejó impresionado. Por ser una prosa exacta, dura,
realista, magistral... Es la historia de un hombre que huye;
un gitano, Santiago Vázquez, que ha matado por tener mal
vino... Y en su huida tropieza con personajes de diferente
pelaje. Ni que decir tiene que me he vuelto a leer de un
tirón la novela de Aldecoa. Y me pregunto: cómo es posible
que, durante años, se hiciera el silencio sobre este
escritor, debido a que las modas cambian y el realismo
perdió actualidad. Vaya desde aquí la recomendación de esta
novela para quienes no hayan tenido la oportunidad de leer
una historia de fatalidad, tan extraordinariamente escrita.
Miércoles. 26
Me imagino lo mal que lo tiene que estar pasando el
sacristán al ver de qué manera se están comportando los
inquilinos de las plazas más importantes de esta ciudad.
Sospecho que el hombre de Dios estará invocando el nombre de
Éste a cada paso para que ponga fin a ese enfrentamiento
encarnizado que no cesa entre Juan Vivas y Jenaro
García-Arreciado. Seguro estoy de que persona tan religiosa,
que a veces gusta de convertirse en altiva águila, estará
pasando por un mal momento al ver que las dos primeras
autoridades de esta tierra no respetan ni la Nochebuena ni
la Navidad. Que ambos han seguido enfrascado en una trifulca
verbal que puede terminar como el rosario de la Aurora. Lo
que yo hubiera dado por saber la opinión del sacristán al
respecto. Pero Emilio Cózar, tan dado a analizar los
comportamientos de otras personas, no se atreve a decir ni
pío cuando los litigantes son quienes son. Entonces, busca
la madriguera más próxima y allí se refugia hasta que pase
el peligro. El peligro, de todas formas, se está cerniendo
sobre él a medida que la gente se va enterando de que se
niega a meter la linterna en las cuentas de la Federación de
Fútbol de Ceuta; de la cual es presidente desde que usaba
pantalones cortos. Y, desde luego, hace falta que un día el
presidente de la Ciudad se percate de que es necesario
renovar la dirección de ciertos organismos donde prima la
oscuridad contable. A ver si es capaz...
Jueves. 27
El presidente de la Ciudad, Juan Vivas, dice sentirse más
‘dolido que enfadado’ por lo que el delegado del Gobierno,
Jenaro García-Arreciado, le contó al subdirector de este
periódico. Un dolor que le ha hecho tomar la decisión de
romper las relaciones personales y protocolarias con el
representante gubernamental. Y aclara que lo hace por
‘respeto a los ceutíes’. Puesto que el presidente considera
que son éstos quienes se han visto denigrados por las
declaraciones del baranda que habita en la plaza de los
Reyes. Con lo cual es de esperar que la polémica que han
venido manteniendo desde el domingo pasado, haya llegado ya
a su fin. De no ser así, habría que calificar a los dos de “jartibles”.
Cuando a mí se me ha preguntado sobre la cuestión, he
respondido que Juan Vivas está en su perfecto derecho de
obrar como ha obrado. Al sentirse tan indignado por las
palabras del político onubense. Y también de retirarle su
confianza personal. Pero asimismo he opinado de lo mucho que
vengo echando de menos una respuesta similar de Vivas a Juan Luis Aróstegui. El cual no cesa de insultar al presidente de
la Ciudad y de insultar a los ciudadanos por confiar
ciegamente en él. Hasta el punto de que los ha llamado
provincianos e incultos. Sí, ya sé que Aróstegui está a la
misma altura que el postiguillo de San Rafael en Córdoba.
Pero no deja de ser el secretario general de Comisiones
Obreras. Las cosas claras...
Viernes. 28
Llego a la Pérgola, restaurante céntrico, después de estar
dos días sin apenas pisar la calle. Miguel Ángel, el
propietario, me pone encima de la mesa “El Pueblo de Ceuta”
del jueves. Y me indica que alguien me ha subrayado en la
columna, titulada “Que se callen”, dos locuciones
adverbiales por defectuosas. A mí me encanta tener lectores
tan minuciosos. Porque así suelo yo comportarme con quienes
leo. Y, además, por una razón de peso: me obligan a no caer
en la tentadora rutina. Con las frases hechas hay que tener
mucho cuidado en todos los sentidos. Cualquier error de
composición hace que se vaya al traste la oración, la frase,
e incluso deja el escrito tocado del ala. Al grano: se llama
Javier, me reservo el apellido, en esta ocasión, quien trazó
la raya en frases hechas como “Tirar al degüello” y “Poner
como chupa de dómine”. Con la sana intención de airear que
el firmante de la columna había escrito ambas de manera
incorrecta. Es verdad, y hay que admitirlo, que en la
primera aparece una l innecesaria formando contracción con
la a. Y, en este caso, es un error por adición, llamado
paragoge, por ir al final el sonido erróneo de la l. La
expresión correcta es Entrar o tirar a degüello. Y
significa: procurando hacer el mayor daño posible. En lo
tocante a poner a uno como chupa de dómine. Mi lector,
perfeccionista él, yerra cuando da por mala la segunda. La
expresión poner a uno como chupa de dómine, “que equivale a
poner a alguien como un trapo, procede de la pobreza del
tejido de la chupa de algunas personas, entre las que se
destacaban los dómines, nombre con el se designaba a los
maestros de gramática latina, por la falta de recursos que
tradicionalmente ha acompañado a cuantos desarrollaban la
labor docente”.
Eran, sin duda, otros tiempos. De cualquier modo, me parece
de mal gusto subrayar un periódico en local público, para
darse pote de corrector sin haberse preparado la clase. Aun
así, siempre le quedará el mérito de haber descubierto una l
de más en una columna de seiscientas palabras. Muy aguda su
tarea.
Sábado. 29
Estoy sentado a una mesa en la que se habla de todo. En un
momento determinado, uno se refiere al Campeonato sub.-18 de
selecciones autonómicas que se está celebrando en Ceuta. Y
no duda en criticar el que ese acontecimiento tenga su sede
en el campo menos adecuado para ello. Su pregunta es la
siguiente: “¿Por qué causa no se ha jugado en el Alfonso
Murube? Incluso señala el campo del 54 como mejor sitio.
Tampoco entiende que la explanada del José Benoliel no haya
sido adecentada para el certamen futbolístico. Otro
contertulio se refiere a que los partidos han carecido de
público. Es decir, que la asistencia ha sido escasa. En
ocasiones, se han podido contar los espectadores. Él dice
que fueron 23 personas las que había en uno de los
encuentros. Y se lamenta de la mala impresión que los
partidos causarán a quienes los vean televisados por
internet. Un tercero, comenta que no es la primera vez que
hay participantes que no desean venir por esta causa. Y un
cuarto no duda en decirnos que el espectáculo nos cuesta una
pasta gansa. Cuando me tocó opinar a mí, sólo dije que desde
el balcón de mi casa he visto, durante dos noches, muy
crudas por cierto, a jugadores sentados en un saliente del
polideportivo Zurrón, esperando más de una hora la llegada
del autobús encargado de recogerlos. Lo que prueba,
evidentemente, que la organización no es como para tirar
cohetes.
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