Haber formado parte del Gobierno de Ceuta, además de un
honor, me ha permitido participar en la toma de decisiones,
algunas importantes, sobre cuestiones que nos afectan a
todos y, en ocasiones, para mucho tiempo. Una de ellas, sin
duda, fue la decisión que adoptamos en relación con un
asunto que dio, da y puede que de todavía mucho que hablar:
el impulso y definición de un proyecto para Ceuta ubicado en
la manzana del rebellín.
Lo que voy a expresar, no dejan de ser impresiones e ideas
mías, supongo que tan respetables como las de cualquiera,
pero vertidas desde la libertad y la independencia que
otorgan la condición de ex, no sujeto por tanto a disciplina
de gobierno, ni a la necesidad de agradecer nada a nadie. Ni
siquiera aspiro a que mis comentarios sean la pura verdad,
pero si al menos la verdad que yo conozco, que no es poca.
La solución de la cuestión referente a la manzana del
rebellín, fue una de las primeras papeletas que se le
planteó al primer gobierno presidido por Juan Vivas, que
como todo el mundo sabe, se formó a partir de la moción de
censura planteada contra Antonio Sampietro y su gobierno del
G.I.L., que fue quien decidió la venta de la emblemática
parcela, cancelando la iniciativa definida por el proyecto
de Alvaro Siza germinada en el último gobierno de Jesús
Fortes.
Puedo asegurar por lo que conozco, y repito que no es poco,
que lo único que movió a Juan Vivas y, por tanto, ahormó las
decisiones ulteriores que se adoptaron, fue la defensa del
interés general de Ceuta, naturalmente desde la óptica de
quienes teníamos en ese momento que tomar decisiones, y
nunca, la necesidad de devolver algún favor o beneficiar a
nadie o permitir el beneficio de alguien, por pocos o muchos
intereses que esos “alguien” tuviesen en la propiedad que
habían adquirido meses antes de la mano del gobierno del
G.I.L.
Interpretar el interés general no es siempre fácil, pero
todos lo mensajes que en aquel entonces le llegaban al
gobierno de Vivas, iban en la dirección de recuperar el
proyecto cultural diseñado por Alvaro Siza, que, no
obstante, ante la nueva titularidad del suelo sobre el que
se iba a ejecutar, debía forzosamente de modificarse, sin
alterar la sustancia y la esencia del mismo y, por supuesto,
con absoluto respeto a los principios que el plan general de
ordenación urbana inspiraba en relación con esa parcela:
zona cultural y de ocio, acompañada con una pequeña
superficie comercial.
Todos los pasos que los diferentes responsables políticos
fueron dando, tuvieron como fundamento los principios antes
referidos, y la comisión de algún error en la interpretación
de la norma urbanística, (como el detectado por el Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía, que consideró excesivo
dedicar un veintisiete por ciento del total de
aprovechamientos a zona comercial, asunto ya subsanado con
el último acuerdo plenario, que define el uso comercial en
un máximo del diez por ciento), no puede servir a nadie de
excusa para seguir escupiendo exabruptos contra un
gobernante que, pese a las dificultades y la escasa
comprensión de algunas “viejas glorias” de la política
ceutí, ha solucionado un gran problema y va a entregar a
todos los ceutíes un equipamiento de primer nivel.
Las últimas definiciones sobre usos de algunos de los
módulos del complejo, vuelven a generar polémica, como la
posible ubicación del Mercado Central en la zona o la
asignación de servicios o actividades para los
aprovechamientos que ya no podrán ser destinados a uso
comercial, pero en cualquier caso, sigo convencido de que en
la toma de esas últimas decisiones, Juan Vivas volverá a
poner por delante de todo el interés de los ciudadanos, a
pesar de que los “jubilados forzosos” no paren de intentar
meterle el dedo en el ojo.
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