Y lo hacemos con la misma
nostalgia que habíamos despedido el anterior y con las
mismas ilusiones cara al venidero.
Es el ciclo del tiempo que va girando, que va dejando atrás
unas cosas y que empieza a perfilar nuevos instantes con lo
que estos nos aporten.
Lo más llamativo que nos va a dejar este año, y que ha
afectado a varios millones de españolitos y a más de un
ceutí es que la hipoteca ha subido algún punto, con lo que
las posibilidades de llegar a final de mes con desahogo son
menores ahora que hace un año, y de aquí a doce meses, por
lo que veo, menores que hoy, si es que no cambia el ritmo.
En lo que ha variado muy poco, y eso que, todo hay que
decirlo, este año no se metió tanto miedo en plena campaña
navideña, ha sido en los accidentes de tráfico.
Es posible que las nuevas normas, por aquello de las
sanciones y la posibilidad de ir a la cárcel, hayan frenado
algunas de las imprudencias, pero los números , mirándolos
fríamente, no han tirado hacia abajo y vamos a terminar el
año con más de 3000 muertos en las carreteras, una cifra
demasiado grande que no recortan las sanciones, los radares,
ni los argumentos para que “esa peste”, sin solución, se
aplaque.
Y es que se ha hablado mucho de radares fijos, de otros
camuflados, de sanciones, de posibilidades de ir a la
cárcel, pero se ha olvidado de una cosa importante: las
carreteras secundarias, esas de poca circulación en las que
no hay controles y en las que “se hace el bestia” ahora más
que nunca.
Despedimos el año, pues, con un lunar en ese apartado, que
ya veremos si algún día se soluciona y no se va a solucionar
porque en esas carreteras es menos rentable para la “bolsa”
de tráfico utilizar medidas persuasorias para también saber
circular por ellas.
Dos temas, pues, acabamos de abordar en los que se intentan
corregir defectos, pero en los que quedan lagunas que
llevarán más de los días que tenemos todavía del año 2007.
Y lo que no se corrige es la cesta de la compra en estos
días, verdadera desvergüenza y carencia de control, así como
la seguridad de los juguetes, de algunos de ellos que, por
su elaboración, o por los materiales que se han utilizado,
no son aptos para la utilización de los niños,
especialmente, de los pequeños .
Últimamente, por aquello de que la mano de obra, allí, es
más barata se importan muchos juguetes de ciertos países
orientales de donde parece que “el todo vale” debe estar a
la orden del día, por lo que nos encontramos con “muñecos”
en los que “alambres” peligrosas unen distintos miembros,
“ojos” que se desprenden fácilmente y pueden ir a la boca de
los niños, con el consiguiente peligro y pinturas utilizadas
que si no son venenosas, desde luego si que pueden afectar
desfavorablemente a la salud.
A lo largo del año, en repetidas ocasiones se han retirado
docenas de juguetes, pero siguen entrando otros de
características similares, esquivando controles y colándose
en el mercado, en tiendas serias, en mercadillos y en todas
las partes, donde el control brilla por su ausencia.
El nuevo año debería comenzar, ya que se empieza con la
fiesta de Reyes, con ese control de lo que afecta a los más
pequeños, retirando de una vez por todas esa “basura” que
está entrando, con firmas falsificadas y con productos
peligrosos.
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