Como soy bueno y, además, estoy
una jartá de… Las cosas claras y el chocolate espeso, pues
voy a escribir sólo cosas bonitas, dejando descansar al
personal. ¿Y de qué escribo?. Esta pregunta es la que me
plantea un gran problema. Al tener que buscar algo de que
escribir siendo, todo ese escrito, bondad infinita.
Después de casi dos horas de maquinar, cuál debería ser el
motivo de mi escrito, llego a la conclusión que lo mejor de
todo es escribir de los pajarillos que saltan de rama en
rama y van de flor en flor c on sus hermosos trinos que tan
agradable sonido proporciona al pabellón auricular.
Claro que si escribo de los pajarillos no puedo escribir,
por supuesto, de los pájaros y mucho menos de determinados
pájaros que se pasean por nuestra tierra, calle arriba,
calle abajo, subiéndose a los árboles y mirando desde las
alturas a los pobres incultos provincianos que osamos pasear
por las calles de esta tierra, sin posar nuestras miradas
sobre el bello plumaje que ostentan su cuerpos maravillosos,
con sus cerebros plenos de sabiduría, y sin escuchar los
hermosos trinos que lanzan al abrir sus piquitos de oro.
Ante estos pájaros, con sus maravillosos plumajes, sus
cerebros plenos de sabiduría y esos piquitos de oro, el
personal incomprensiblemente, no les hace ni puñetero caso,
pasan olímpicamente de ellos y los tratan como si no
existieran. Una pena porque cualquier pájaro de estos nos
puede llevar con su cerebro pleno de sabiduría a alcanzar
altos vuelos. No nos meremos estos pájaros. Eso, no nos los
merecemos.
Nada que me estoy liando más que la pata de un romano, por
no dedicarme a escribir de los pajarillos, que con sus
alegres trinos nos despiertan, cada mañana, haciéndonos la
vida más placentera. Que bonito, que bonito, es escucharles
lanzar sus cantes al aire, mientras saltan de árbol en árbol
o de flor en flor.
Que por mayo era por mayo / cuando hace la calor/ Cuando los
trigos encañan y están los campos en flor/ Cuando canta el
ruiseñor…. Otra vez me estoy liando. NI estamos en mayo, ni
canta el ruiseñor, ni leches fritas. Vamos a dejar de
escribir chorradas y vamos a centrarnos, ahora que todos los
partidos buscan el centro, en escribir sobre los pajarillos,
porque escribiendo sobre esas pequeñas aves que cruzan los
cielos, empiezo a creerme que soy bueno en estos días de
fiestas navideñas, a pesar de mi falta de cultura y de mí
provincianismo.
No quiero tocar este tema porque, entonces, dejo de ser
bueno, abandono mi escrito sobre los pajarillos y vuelvo a
escribir de los pájaros. Unos pájaros que me traen a mí
memoria el recuerdo de aquella película de Alfred titulada
“Los pájaros”.
Oiga, amigo guarida, se me ponen los pelos de puntas, al
recordar la mala leche que tenían los pájaros y como
atacaban al personal, Algunos de ellos, si la memoria no me
falla, cosa que empiezo a dudar por mí incultura y mi
provincianismo, se los cargaron a picotazo. Aunque los
pájaros que conozco, les pasa como a Cuervo Loco, pican pero
pican poco.. Sigo sin tener remedio, quiero escribir de los
pajarillos y no hay forma de hacerlo. ¡Dita sea!.
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