Ramón Álvarez admira a cuatro poetas por encima de los
demás: de Antonio Machado, “su perfeccionismo”; de Pablo
Neruda, “su profundidad de sentimientos”; y de Miguel
Hernández y Federico García Lorca, “su vida, las
circunstancias que condujeron a la muerte a Lorca o las
ideas revolucionarias que llevaron a Hernández a la cárcel”.
A colación recurro al cliché de la vida miserable del poeta
y Álvarez, en lugar del manido me alegro de que me haga esa
pregunta, me advierte que “es una cuestión que le hacen
constantemente” –¡qué poco original!–, pero me confirma lo
que yo buscaba: “La vida del poeta es, sinceramente, muy
dura”, aunque él se haya visto premiado con el segundo
accésit del VI Certamen Nacional de Poesía Victoria Kent.
“Me imagino que más dura tuvo que ser en la época de Lorca,
porque los medios económicos eran inferiores, de ahí el
dicho de que los poetas se mueren de hambre”, explica
Álvarez, quien añade que “si hoy no nos morimos de hambre es
porque sobrevivimos con otras cosas”.
“Yo, por ejemplo, soy profesor de francés, porque si
quisiese ganarme la vida con la poesía, seguramente me
moriría de hambre también”, expone el poeta ceutí, que
reconoce que la poesía le supone “algunos extras por algún
premio o comisiones por derechos de autor...”.
Es por ello que Álvarez se atreve a hacer un llamamiento a
los medios de comunicación de Ceuta para recordar que “la
cultura es muy importante y enriquece a cualquier ciudad,
porque Ceuta necesita más espacios culturales; y no me
refiero sólo a mi género porque a mí me interese, sino en
todas las modalidades artísticas”.
No obstante, el poeta caballa advierte que “lo que sí es
cierto es que la poesía es un reducto y siempre es bueno
reivindicar un poco la promoción que nos merecemos todos los
poetas, porque tenemos que trabajárnoslo mucho”, por lo que,
añade, “hay que ser muy constante en el arte”.
De hecho, a Álvarez le gusta considerarse un “artista”; y
dentro de esta denominación tan amplia: “Cantante tenor,
actor de teatro, rapsoda y poeta”, si bien recalca que él se
siente “eminentemente poeta, porque es lo que más
satisfacciones me aporta y el universo en el que me siento
más cómodo”.
Viene de actuar en el Ateneo de Málaga y en el mes de abril
participará en sendos recitales de poesía en la Alpujarra y
Melilla, pero lo que más satisfacción le ha dado ha sido el
ver reconocido su trabajo en el VI Certamen Nacional de
Poesía Victoria Kent, bajo la temática del universo de la
mujer entre unos setenta participantes; en especial, se
siente orgulloso porque además verá publicado su poema en el
volumen que recopilará los trabajos premiados en las últimas
tres ediciones del concurso. “En mayo saldrá el libro y me
haré con algunos ejemplares para regalar”, bromea este
miembro ceutí del Sindicato Nacional de Escritores.
Álvarez afirma que ha compuesto, como no podía ser de otra
manera, un poema a su tierra, la ciudad autónoma de Ceuta,
titulado Soneto a una tierra dorada. “El soneto es un estilo
muy complicado, al que casi todos los poetas consideran el
rey del verso, porque tiene una métrica muy difícil de
lograr y hay que estar muy pendiente de la rima consonante y
la medida”, por lo que “es un trabajo bastante arduo, pero
me enrique y me hace evolucionar como poeta”, explica. De
hecho, “cuando empecé no escribía sonetos”, reconoce, al
tiempo que indica que tiene un proyecto para publicar un
libro exclusivamente de sonetos.
No es el único poema dedicado a Ceuta, “porque siempre te da
motivos de inspiración”, concluye.
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“El premio en el Certamen Victoria Kent me ha abierto las
puertas en la península”
Aunque Ramón Álvarez lleva por
bandera la de Ceuta, “hay que aprovechar cuando se te abren
las puertas en la península, pero sin olvidar la tierra”.
“Ha sido una puerta abierta sobre todo en Málaga”, explica,
“porque a raíz del premio me han llamado asociaciones de la
mujer”, ya que la temática del VI Certamen Nacional de
Poesía Victoria Kent era el universo femenino.
A este respecto, Álvarez manifiesta que es un “poeta muy
comprometido socialmente”, con lo que quiere decir que
siempre trata de escribir “en defensa del marginado, como es
el caso de las mujeres maltratadas o la prostitución”.
El poeta ceutí, de hecho, toca prácticamente todos los palos
de este arte: “Poesía social, filosófica, mística,
intimista, surrealista y, como no, amorosa”.
En cuanto al método de trabajo, reconoce que es muy
perfeccionista: “A veces tengo catorce borradores de un
poema y hasta que no queda pulido no me gusta darlo”.
Asimismo, recuerda que no se ciñe sólo a la poesía, aunque
sea el género con el que se identifica: “Escribo relatos,
pero en el verso es donde más cómodo me siento”.
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