Está demostrado que Francisco
Antonio González no puede vivir sin que se hable de él.
Tiene un afán de protagonismo que le viene de largo. Es tan
grande su deseo de figurar, que no cesa de buscarse motivos
para divulgarlos entre los periodistas y salir en los medios
sin solución de continuidad.
El diputado del Partido Popular de Ceuta, no escatima
esfuerzos con tal de estar siempre en candelero. Convencido
de que está de moda en esta ciudad, desde hace muchos años,
da la impresión de que vive aterrado por la posibilidad de
perder esa popularidad de la cual cree gozar. Una obsesión
que se ha apoderado de él.
De haber vivido en la Grecia de Alcibíades o de
Pericles, con el mismo deseo de figurar que anida en él
por sistema, le habrían aplicado el ostracismo que permitía
desterrar a cualquier persona deseosa de cobrar importancia.
A no ser que “Pacoantonio” hubiera decidido jurar, una y mil
veces, que dejaría de dárselas de hombre providencial. Una
decisión improbable, dada su forma de ser.
Francisco Antonio González lleva muchos años ejerciendo como
parlamentario. Y hasta el momento, por más que trato de
cavilar al respecto, no le recuerdo ninguna intervención
destacada como padre de la patria. Aunque sería injusto
silenciar que está en posesión de una veteranía que le
permitirá deambular por los pasillos del Congreso con una
soltura indiscutible. Lo cual no es moco de pavo.
El diputado fue noticia un día porque acertó una encuesta
electoral, muy celebrada por José María Aznar. De
cuya amistad se ufana nuestro hombre. En otra ocasión, se
habló de él porque conducía con enorme pericia. Y se dijo,
entonces, que había que tener muchos huevos para subirse a
un coche teniéndole como chófer. Y, claro, se ganó el
apelativo de Fitipaldi... Hecho que le ha valido un
premio de la Dirección General de Tráfico. Que se podría
traducir por lo siguiente: “si no saben conducir como “Pacoantonio”,
diputado del PP, absténganse de infringir las normas de
tráfico.
Ahora bien, sus mejores servicios, como diputado, los ha
prestado aplicándose al cuento de zaherir a los delegados
del Gobierno socialista, en Ceuta, durante años. Esa misión
se le dado la mar de bien. No hay más que repasar sus
declaraciones realizadas cada fin de semana. Ha sido sin
duda el azote de los representantes gubernamentales.
Sin embargo, su actuación estelar en el Congreso ha sido el
lucir la camiseta de la selección española. A ese asunto le
ha sacado “Pacoantonio” una renta extraordinaria. Es lo que
le ha consagrado como un español de verdad. De los que
apenas quedan ya en esta celtiberia cada vez más divida por
culpa de los nacionalismos periféricos.
No obstante, y aquí ya me toca ponerme serio, no entiendo
las razones que ha tenido el diputado del PP, por muy grande
que sea su deseo de figurar, de ponernos al tanto de que ha
sido señalado como objetivo de la ETA, por su enardecida
intervención a favor de la que Luis Aragonés llama la
roja... Esa amenaza sólo deben conocerla, si tiene visos de
verdad, las autoridades. Cualquier alarde público, en
principio, me parece una temeridad absolutamente
innecesaria.
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