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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Un alarde innecesario
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Está demostrado que Francisco Antonio González no puede vivir sin que se hable de él. Tiene un afán de protagonismo que le viene de largo. Es tan grande su deseo de figurar, que no cesa de buscarse motivos para divulgarlos entre los periodistas y salir en los medios sin solución de continuidad.

El diputado del Partido Popular de Ceuta, no escatima esfuerzos con tal de estar siempre en candelero. Convencido de que está de moda en esta ciudad, desde hace muchos años, da la impresión de que vive aterrado por la posibilidad de perder esa popularidad de la cual cree gozar. Una obsesión que se ha apoderado de él.

De haber vivido en la Grecia de Alcibíades o de Pericles, con el mismo deseo de figurar que anida en él por sistema, le habrían aplicado el ostracismo que permitía desterrar a cualquier persona deseosa de cobrar importancia. A no ser que “Pacoantonio” hubiera decidido jurar, una y mil veces, que dejaría de dárselas de hombre providencial. Una decisión improbable, dada su forma de ser.

Francisco Antonio González lleva muchos años ejerciendo como parlamentario. Y hasta el momento, por más que trato de cavilar al respecto, no le recuerdo ninguna intervención destacada como padre de la patria. Aunque sería injusto silenciar que está en posesión de una veteranía que le permitirá deambular por los pasillos del Congreso con una soltura indiscutible. Lo cual no es moco de pavo.

El diputado fue noticia un día porque acertó una encuesta electoral, muy celebrada por José María Aznar. De cuya amistad se ufana nuestro hombre. En otra ocasión, se habló de él porque conducía con enorme pericia. Y se dijo, entonces, que había que tener muchos huevos para subirse a un coche teniéndole como chófer. Y, claro, se ganó el apelativo de Fitipaldi... Hecho que le ha valido un premio de la Dirección General de Tráfico. Que se podría traducir por lo siguiente: “si no saben conducir como “Pacoantonio”, diputado del PP, absténganse de infringir las normas de tráfico.

Ahora bien, sus mejores servicios, como diputado, los ha prestado aplicándose al cuento de zaherir a los delegados del Gobierno socialista, en Ceuta, durante años. Esa misión se le dado la mar de bien. No hay más que repasar sus declaraciones realizadas cada fin de semana. Ha sido sin duda el azote de los representantes gubernamentales.

Sin embargo, su actuación estelar en el Congreso ha sido el lucir la camiseta de la selección española. A ese asunto le ha sacado “Pacoantonio” una renta extraordinaria. Es lo que le ha consagrado como un español de verdad. De los que apenas quedan ya en esta celtiberia cada vez más divida por culpa de los nacionalismos periféricos.

No obstante, y aquí ya me toca ponerme serio, no entiendo las razones que ha tenido el diputado del PP, por muy grande que sea su deseo de figurar, de ponernos al tanto de que ha sido señalado como objetivo de la ETA, por su enardecida intervención a favor de la que Luis Aragonés llama la roja... Esa amenaza sólo deben conocerla, si tiene visos de verdad, las autoridades. Cualquier alarde público, en principio, me parece una temeridad absolutamente innecesaria.
 

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