Lo de la unión hace la fuerza, para nada reza en el
diccionario del mundillo de nuestro deporte. Los hechos nos
vienen dando la razón a la primera oportunidad que se
presenta. Sea la modalidad que sea. Aquí de lo que se trata
es de ir cada uno por su camino. De perseguir llevarse los
honores a boca llena, y no compartir el más mínimo atisbo de
éxito. Llegado el fracaso, si lo hubiera, ese ya es otro
cantar. El caso es que en cuanto surge un amago
reconciliador, tratando de poner en sintonía diferentes
criterios, acarrea una fuerte dosis de fiasco. En este
nuestro pueblo todos, o casi, nos conocemos. Así somos y,
así nos luce el pelo.
NUESTROS DEPORTISTAS, LO MEJOR
Ambiciosos proyectos se estrellan, entre otras
peculiaridades por el afán protagonista de quienes intentan
llevarlo a cabo. También cuenta, en demasía, la frivolidad
de los “echaos palante”. Como otras tantas cosas, en
absoluto resulta novedoso lo que les estamos contando. Aquí,
quién más y quién menos sabe de qué va la movida. Entre calé
y calé….
Y viene a cuento tan enigmática introducción, en torno al
número tan elevado de iniciativas malogradas, porque no hace
mucho, en el transcurso de una instructiva conversación
mantenida con uno de los mejores deportistas que ha dado
esta tierra, piragüista para más detalles, veníamos a
coincidir en los especiales que somos a este lado del
Estrecho. Como en todos los sitios. Donde no nos va ni nos
viene. Pero, aquí con el agravante de que somos menos, nos
encontramos fisicamente más aislados y, ello nos obliga a
esforzarnos a la máxima expresión.
A cada cita anual en el que acuden a competir las diversas
autonomías españolas - Cataluña, Aragón, Valencia,
Andalucía, etc, etc, - y las Ciudades Autónomas de Ceuta y
Melilla, se pone de manifiesto nuestra razonable debilidad.
Que no inferioridad ¡ojo!. Por norma, los dos postreros
puestos clasificatorios se lo suelen disputar los
representantes norteafricanos.
MENOR RODAJE
A lo largo de una temporada, pongamos por ejemplo, en
baloncesto, balonmano o fútbol, mientras un deportista
caballa, con suerte, interviene en quince, veinte partidos,
un joven de su edad, en cualquier otro punto de la Península
multiplica por cuatro las horas que pisa el rectángulo de
juego.
Con el riesgo de que nos salga al paso el iluso de turno,
intente rasgarse las vestiduras con su angustia y nos quiera
hacer ver todo lo contrario bajo el manto de hipócrita, no
vamos a negar la realidad de lo que desde hace años, viene
acaeciendo en el deporte caballa. Cierto es que no en su
generalidad. También, que la sangre no suele llegar al río.
El ajedrez, entre otros, resulta ser la excepción que
confirma la norma.
Sin ningún tipo de ranking, nuestro amigo el piragüista nos
apuntaba inicialmente, en esa larga lista de “peleaos”,
malavenidos… o llamémoslos como nos venga en gana (siempre
cariñosamente), a la familia de la petanca, aficionados a la
pesca, algún que otro club de fútbol, de fútbol-sala, de
balonmano, clubes de atletas que podríamos denominar
corredores de asfalto, escuelas hípicas, ….. Así mismo
tampoco escapan a esas “simpatías mutuas” partidarios del
mus, triatlón, duatlón, del CAS, C. N. Caballa, …. Y
piragüistas, ¡otra vez el pìragüismo! donde la discrepancia
es aún más acentuada si cabe.
En este último apartado, la situación alcanza altas cotas de
sensibilidad. Los de Antonio Peña agazapados en su container
urbano, pupilos de Martín a lo suyo, encajonados, y a la
gresca entre el CAS que no les comprenden y los que puedan
llegar a solucionar sus problemas, Luis Castillo con su
independencia, exilio y absorto en campeonatos mundiales, el
bueno de Carlos Galet entretenido con paseos costeros y, los
Delfines. ¡Ay!, Los Delfines de Ricardo, otro de los
presidentes con el que habrá que aplicar el cuño –lease bien
la primera vocal- de vitalicio. Los míticos Delfines de
Ceuta. Todos contra los Delfines. Los más ricos. Los más
poderosos. Los más enchufados. Que para alardear, lo pueden
hacer de su particular Centro de Alto Rendimiento, pasando
por la embajada que mantienen abierta en la capital española
e incluso teniendo como principal valedor y padrino al
mismísimo máximo mandatario de la Federación de esta
disciplina en Ceuta. Pues que bien, así cualquiera. Y luego
las pretensiones van encaminadas a no levantar recelos.
Poco queda más que decir. Pese a todo, seguimos en la
brecha. El deporte caballa goza de excelente salud. Cierto
es que mejor nos iría si empleáramos una pizca de sensatez,
del oportuno sentido común, que nos conduzca a omitir
contiendas y ponernos a remar en un mismo sentido.
Ganaríamos tiempo, dinero y por ende se culminarían
objetivos que antaño se hacían realidad cada dos por tres.
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