La egolatría es una de las más
grandes miserias que tienen algunos humanos. No hay duda
alguna de que en esta tierra nuestra existen algunos
ególatras que, cuando se miran la espejo al levantarse cada
mañana, se maravillan de la imagen que ven reflejada en él
y, sin poderse contener preguntan, como en el cuento de
Blancanieves: “Espejito, espejito, hay alguien, en esta
tierra más inteligente, más culto y más grande político que
yo”. Y el espejo como no es mágico, como el del cuento, se
calla. Una pena, porque si pudiese hablar, la contestación
iba a ser de cachondeo puro.
Me imagino, al de la marca del aro en el culo, ególatra en
su máximo grado haciéndole, cada mañana, la pregunta al
espejito del cuarto de baño. Eso sería para escucharlo.
Daría lo que no tengo, por escuchar la conversación, cada
mañana, que éste personajillo mantendrá con el espejito.
Mejor dicho con ese pedazo de espejo que alcanzará, sin duda
alguna, todo el testero frontal par poder verse de cuerpo
entero. Es tan ignorante que vaya usted a saber si no tiene
un Dali colgado encima del retrete. Todo puede pasar en la
vida de un ególatra que falta de cultura, tiene dinero.
Aunque, debido a la amistad que le une a otro de los más
grandes ególatras de esta tierra, sabio entre los sabios, el
más grande de los políticos que haya parido madre en esta
tierra que nos vio nacer, seguramente haya colgado el
cuadro, de tenerlo, en el salón de la casa que queda como
más bonito.
Los dos juntos, mientras toman un café, seguro que se
dedican a planear los grandes negocios que va a lleva a cabo
la sociedad de la egolatría sin contar, por supuesto, con lo
que pueda pensar la plebe de incultos y provincianos que
puebla esta tierra.
Quién o quiénes van a ser los guapos, entre todos los
incultos provincianos de esta tierra nuestra, qué le van a
ser frente a estas dos grandes lumbreras de la cultura y la
política. Quién de nosotros incultos provincianos, les puede
llegar a la altura de la suela, en cultura y política, a
este par de genios.
Genios desaprovechados, por los incultos y provincianos de
ésta tierra, que les niegan, una y otra vez, darles su
confianza para que nos gobiernen. Por esa negativa, no
tenemos derecho ni al agua que bebemos que, gracias a Dios,
no la trae el Cristina C.
Somos malos, incultos y provincianos, que para nuestra
desgracia no le damos el apoyo, a éste par de ególatras,
auténticos cerebros grises de la cultura y la política, cuya
capacidad mental les puede llevar, sin esfuerzo alguno, a
gobernar cualquier país del mundo mundial.
Al negarles nuestros votos, perdemos a este par de grandes
lumbreras, genios de la intelectualidad, inteligencias
supremas de la política mundial. No nos merecemos que nos
gobiernen. Son demasiados inteligentes para todos nosotros
incultos provincianos.
Yo, cuando una de estas lumbreras, genio entre los genios de
la cultura y de la política ceutí, me llama inculto incluso
llego a emocionarme por tratarme con tanta delicadeza. Lo
que supone todo un detalle de su parte. Como soy inculto,
cuando me llama provinciano, pienso que esto tiene premio.
Pues eso.
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