El Presidente de la Ciudad,
coincidiendo con la exposición de su balance sobre el año
que termina, en la Cadena SER, no ha podido sustraerse a
comentar lo que ha sido la noticia de los últimos días: el
desencuentro entre él y el Delegado del Gobierno. Vivas ha
reconocido que eso de las confrontaciones no es el medio en
el que se mueve más ágilmente. Y ciertamente, su carácter
conciliador ha sido, sin duda, una de las facetas que más le
ha encumbrado como político, procurando siempre construir
más que destruir, trabajar más que dedicarle tiempo a las
discusiones estériles.
Tal vez Vivas ha entendido que esta vez la crítica no iba
contra él, sino contra los ceutíes y, quizás, sea esa la
razón que le ha impulsado a mover ficha, pero lo dicho por
el Delegado está sujeto, como todo en política, a varias
posibles interpretaciones, a la intencionalidad de lo dicho
y, ante la duda sobre algo tan serio, a esperar aclaraciones
si el autor está dispuesto a prestarse, cosa esta última que
pudo llegar a producirse, y que debería producirse, más allá
de la actitud del Presidente, lógica por otra parte, si es
que el Delegado considera haberse explicado mal o haberse
excedido verbalmente.
Esta pelota está en su tejado y cualquier rectificación que
redunde en claridad y respeto, no le situaría en ninguna
posición de debilidad.
En todo caso, sigue siendo una mala noticia que las
relaciones personales sigan congeladas y que Vivas
establezca en este sentido un antes y un después en esas
relaciones, tras el encontronazo de ambos responsables
políticos, aunque garantice la máxima cooperación entre
ambas administraciones.
El problema es que ambos encarnan la máxima representación
de las mismas en Ceuta, por lo que será difícil la
cooperación, si los máximos responsables no se miran con
franqueza a la cara y desconfían el uno del otro. Los dos,
el Presidente y el Delegado del Gobierno, gozan de legitimad
democrática para ejercer sus cargos y las responsabilidades
inherentes a los mismos y las críticas más o menos salidas
de tono, sobre todo en momentos casi electorales, son
percibidas con normalidad entre la ciudadanía y ambos
políticos, ya avezados en su interina profesión, deberían
estar un poco más por encima de esa actitud de pillarse en
el fallo y restregárselo por el rostro.
Vivas ha demostrado en muchas ocasiones, que sabe estar por
encima de cosas de este tenor, como ha hecho con Mohamed
Alí, con quien después de un duro enfrentamiento, ha cerrado
un acuerdo presupuestario bueno para la ciudad. Y tampoco
vemos en García Arreciado a un hombre insidioso ni con
disposición de estropearle a Vivas ninguna de sus
iniciativas.
Puede haberse excedido en el contenido de unas
declaraciones, pero tampoco es para echarle encima a todo un
ejército de troyanos, ni para acabar retirándole el saludo.
Puede ser criticado por no compartir su visión de las cosas,
al igual que puede ser criticado Vivas, a pesar de sus
diecinueve escaños, incluso pueden criticarse mutuamente,
que esto es lo normal en política, pero a ninguno de los dos
les perdonaría nadie que dejasen de entenderse, porque esa
sería, quizás, la peor manera de defender los intereses de
Ceuta.
|