Por fin alcancé Algeciras en el primer barco de la mañana
del viernes. Aunque no partió a la hora puntual llegamos a
la península sanos y salvos. Bueno, lo de sano es relativo
por cuanto a mi mujer le dio por marearse con sólo ver las
bolsitas de plástico que los tripulantes dejaban en las
mesas de cubierta. La travesía resultó un poco movida.
En Algeciras todavía seguía el caos, en cuanto a vehículos
pendientes de embarcar, aunque en menor medida de lo que
vienen en las noticias. Para noticias la que recibo, recién
desembarcado, de que han apedreado autobuses en el Príncipe
y cuando llego a Barcelona, resulta que aquí también han
apedreado a los autobuses. La feroz huelga que llevan a cabo
mis antiguos compañeros de la empresa municipal es dura.
Menos mal que sigue funcionando el Metro, que si no la
tendrían gorda los ciudadanos barceloneses, ¡encima en éstas
fechas!
Durante el camino de Algeciras a Barcelona, recibo llamada
de El Pueblo de Ceuta: la noche del viernes se celebra la
cena de la empresa… me lo pierdo. Al menos podrían habérmelo
comunicado un día antes. Podría haber salido de Ceuta el
sábado. En fín, otra vez será.
El sábado he vuelto a reencontrar a mis amigos caballas de
la Casa de Ceuta en Barcelona, los abrazos y parabienes se
suceden sin parar y decido asistir a a tradicional Cena de
Navidad que organizan habitualmente. En reportaje aparte
efectúo la crónica del acto.
Estamos en tiempo de Navidad y los rencores deberían ser
aparcados a un lado, metidos en un baúl y olvidarlos hasta
después de Reyes ¿no creen? Lo digo porque ahora el
ejecutivo local se la ha tomado con el PSOE ceutí por
negarse a aprobar los presupuestos. Puede que sea de forma
radical, pero eso de arremeter contra los socialistas de esa
manera sólo puede traducirse en una rabieta… después de que
el PP esté todo estos años legislativos de gobierno
socialista, a nivel nacional, negándose a pactar en todas
las propuestas y vertiendo bilis. No existe la equidad
¿verdad? Deberían aceptar la negativa como parte del juego
democrático y no arremeter de la manera como lo ha hecho.
Piensen antes de arremeter.
Por otro lado, el PSOE local anda en peligro de escisión por
la sentencia judicial de darle la razón a la Ejecutiva
Federal al disolver la Federación local. Mal asunto cuando
debía haberse mediado, siquiera judicialmente, para la
aceptación de dos partes equivalentes y equidistantes. Esa
sentencia no hace más que dividir aún más a los socialistas
y así tenemos una tira larga de partidos supuestamente de
izquierdas… y el moro contento con los chupa-chups
presupuestarios.
Volviendo al tema del paso del estrecho de Gibraltar, mucho
me parece a mí que las autoridades locales exigen peras al
olmo cuando se quejan del trato dado a los pasajeros en
Algeciras. Existe una cosa: el civismo. Lo contrario hace
imponderable cualquier actuación de las autoridades y anula
cualquier buen intento de mediación. Los incívicos quedaron
retratados en todas las jornadas de espera durante el
temporal del estrecho.
Contra los incívicos, en éste caso, yo haría por colocarlos
los últimos y, en grado sumo, les impediría embarcar por
cuanto sus actuaciones suponen unos atentados contra la
sociedad y contra los bienes inmuebles de un país demasiado
tolerante. Abusan de la condición de libertades democráticas
que no tiene en sus países de origen. No quiero pensar en lo
que ocurriría si el temporal se alargara dos semanas, además
de agravarse la situación del mar. Si bien se hace necesario
que el puerto de Algeciras, y el de Ceuta también,
dispusiera de medios de información potentes para expresar
las posibles incidencias al público. Nos ahorraríamos muchos
disgustos y daños. No es posible luchar contra los
elementos, pero contra los incívicos sí es posible y,
además, necesario. La libertad democrática no significa
tener permiso para destruir, ni mucho menos para exigir
atenciones imposibles de conceder y fuera de toda norma,
escrita o no, del civismo.
En fin, deseo de corazón que tengan Vds., queridos lectores,
unas Felices Fiestas Navideñas en unión de todos sus seres
queridos.
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