Hasta ayer estuvieron pregonando
en mi barriada los números del sorteo de la lotería de
Navidad. Cada lotero con su particular cantinela, aunque, el
más apreciado, por lo genuino del pregón es el que pregona
“¡El gordo, llevo el gordo!” Y lo adereza con algo poético
“¡Si quieres ver lotería, bájame los pantalones y verás el
premio gordo, con dos aproximaciones!”.
¿Qué les pasa ahora? ¿Es que han bebido? Lo digo por lo
vidrioso de sus miradas ¿Qué esperan ser agraciados con
algún premio? Toda España lo espera y contiene la
respiración ante el desagradable graznido acompasado de los
niños del Colegio de San Ildefonso, detesto el soniquete,
pero mordería a quien tratara de variar un ápice la
tradición, porque es nuestra.
Como nuestros son los polvorones del Santo Cristo Amarrado a
la Columna y el Bienmesabe de las monjitas de Antequera y
los pestiños fragantes de las hermanas de clausura
sevillanas. ¡Qué no me toquen ni una brizna de la Historia,
las raíces y las tradiciones de mi España, porque me pierdo!
¿Qué murmuran con caras de acabar de perder la batalla de
Trafalgar? ¿Qué si “me pierdo” acabo en Alhaurín presa? No.
Se equivocan, puedo acabar en Alhaurín con mi esqueleto
anoréxico privado de libertad de movimiento, pero siempre
tendré libertad para soñar, para fantasear, para rezar, para
escribir, para recurrir y para cagarme por escrito y con
imaginativas injurias en los muertos arrastraos de los
culpables de que, mis huesos descarnados, no puedan
andorrear con libertad. ¿Qué te van a hacer? ¿Matarte?
Mejor, para los cristianos del “vivo sin vivir en mí y tan
alta vida espero, que muero porque no muero” para nosotros,
la muerte es privilegio y encuentro con el abrazo amoroso
del Padre Universal y con los ausentes queridos y añorados.
¿Qué te pueden condenar a la muerte civil y encima meterte
ignominiosamente el grado de presos especialmente
peligrosos, el FIES, como a las víctimas de la Malaya?
Bueno, de las venganzas políticas, de los escarnios
mediáticos y de tener un echa mano para cualquier
eventualidad, andamos bien y podridamente servidos. Ejemplo
: Fallo garrafal de los poderosos.
Y a Julián Muñoz le amputan las piernas. ¿Y a quien coño le
importa el fallo de los poderosos cuando la prensa se
alborota, buitreando, buscando sangre, carroñeando, en torno
a los miembros del desdichado Julián y tratan de sobornar al
empleado de la incineradora del Hospital para que birle un
cacho de pierna amputada y sacar la imagen en exclusiva?
¿Qué si el buen Pedro Roman, ese hombre de Dios que es el
corazón del módulo, abuelo de los presos y consuelo de los
afligidos, también es FIES, especialmente sanguinario y
peligroso? Lo es. Ha habido hasta un determinado momento,
hasta que llegó Oscar el Juez, mucha mierda y mucha
putrefacción en la carnicería Malaya, pero me parece que, a
partir de ahora, más de uno “de los de arriba” no va a
necesitar laxantes para obrar de forma abundantísima y
espontánea. Ya ven, a Oscar el Juez no me importaría que le
tocara un pellizquito y otro a los funcionarios del Juzgado
para que se alargaran a festejarlo a la cafetería Alambique.
Aunque, puesta a ser sincera, como cristiana que soy
prefiero que me toque a mí ¿Qué como me va a tocar si solo
llevo dos participaciones de dos euros de dos cofradías? Eso
es. Porque no soy agoniosa ni avariciosa y me gusta que la
suerte se reparta y que nos toque un pellizco a todos. Y
también a los inmigrantes, a los ecuatorianos porque le
echan toneladas de esperanza e ilusión al décimo y se
encomiendan a su Virgencita del Cisne; a los negros porque
son católicos y ponen los ojos en el niño Dios, a los
polacos, porque son fotocopias nuestras pero en guapetón.
A todo el mundo menos al jueztorres, a quien proclamo mi
absoluta hostilidad, no me gustan los tíos que arremeten
contra madres e hijas y detesto con especial intensidad a
los jueces que se vanaglorian de condenar a Obispos, hombres
de Dios y Príncipes de la Iglesia, sin acusación fiscal.
Para todos, menos para el jueztorres, suerte y fortuna, se
lo deseo desde mi corazón calorro-rifeño. ¿Qué que deseo que
el toque al jueztorres? Pues una mierda. Es lógico. ¿No?.
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