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OPINIÓN - LUNES, 24 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¡La suerte!
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Hasta ayer estuvieron pregonando en mi barriada los números del sorteo de la lotería de Navidad. Cada lotero con su particular cantinela, aunque, el más apreciado, por lo genuino del pregón es el que pregona “¡El gordo, llevo el gordo!” Y lo adereza con algo poético “¡Si quieres ver lotería, bájame los pantalones y verás el premio gordo, con dos aproximaciones!”.

¿Qué les pasa ahora? ¿Es que han bebido? Lo digo por lo vidrioso de sus miradas ¿Qué esperan ser agraciados con algún premio? Toda España lo espera y contiene la respiración ante el desagradable graznido acompasado de los niños del Colegio de San Ildefonso, detesto el soniquete, pero mordería a quien tratara de variar un ápice la tradición, porque es nuestra.

Como nuestros son los polvorones del Santo Cristo Amarrado a la Columna y el Bienmesabe de las monjitas de Antequera y los pestiños fragantes de las hermanas de clausura sevillanas. ¡Qué no me toquen ni una brizna de la Historia, las raíces y las tradiciones de mi España, porque me pierdo! ¿Qué murmuran con caras de acabar de perder la batalla de Trafalgar? ¿Qué si “me pierdo” acabo en Alhaurín presa? No.

Se equivocan, puedo acabar en Alhaurín con mi esqueleto anoréxico privado de libertad de movimiento, pero siempre tendré libertad para soñar, para fantasear, para rezar, para escribir, para recurrir y para cagarme por escrito y con imaginativas injurias en los muertos arrastraos de los culpables de que, mis huesos descarnados, no puedan andorrear con libertad. ¿Qué te van a hacer? ¿Matarte? Mejor, para los cristianos del “vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero” para nosotros, la muerte es privilegio y encuentro con el abrazo amoroso del Padre Universal y con los ausentes queridos y añorados.

¿Qué te pueden condenar a la muerte civil y encima meterte ignominiosamente el grado de presos especialmente peligrosos, el FIES, como a las víctimas de la Malaya? Bueno, de las venganzas políticas, de los escarnios mediáticos y de tener un echa mano para cualquier eventualidad, andamos bien y podridamente servidos. Ejemplo : Fallo garrafal de los poderosos.

Y a Julián Muñoz le amputan las piernas. ¿Y a quien coño le importa el fallo de los poderosos cuando la prensa se alborota, buitreando, buscando sangre, carroñeando, en torno a los miembros del desdichado Julián y tratan de sobornar al empleado de la incineradora del Hospital para que birle un cacho de pierna amputada y sacar la imagen en exclusiva? ¿Qué si el buen Pedro Roman, ese hombre de Dios que es el corazón del módulo, abuelo de los presos y consuelo de los afligidos, también es FIES, especialmente sanguinario y peligroso? Lo es. Ha habido hasta un determinado momento, hasta que llegó Oscar el Juez, mucha mierda y mucha putrefacción en la carnicería Malaya, pero me parece que, a partir de ahora, más de uno “de los de arriba” no va a necesitar laxantes para obrar de forma abundantísima y espontánea. Ya ven, a Oscar el Juez no me importaría que le tocara un pellizquito y otro a los funcionarios del Juzgado para que se alargaran a festejarlo a la cafetería Alambique. Aunque, puesta a ser sincera, como cristiana que soy prefiero que me toque a mí ¿Qué como me va a tocar si solo llevo dos participaciones de dos euros de dos cofradías? Eso es. Porque no soy agoniosa ni avariciosa y me gusta que la suerte se reparta y que nos toque un pellizco a todos. Y también a los inmigrantes, a los ecuatorianos porque le echan toneladas de esperanza e ilusión al décimo y se encomiendan a su Virgencita del Cisne; a los negros porque son católicos y ponen los ojos en el niño Dios, a los polacos, porque son fotocopias nuestras pero en guapetón.

A todo el mundo menos al jueztorres, a quien proclamo mi absoluta hostilidad, no me gustan los tíos que arremeten contra madres e hijas y detesto con especial intensidad a los jueces que se vanaglorian de condenar a Obispos, hombres de Dios y Príncipes de la Iglesia, sin acusación fiscal. Para todos, menos para el jueztorres, suerte y fortuna, se lo deseo desde mi corazón calorro-rifeño. ¿Qué que deseo que el toque al jueztorres? Pues una mierda. Es lógico. ¿No?.
 

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