Esta mañana algunos corderos
todavía sobrevivían pastando apaciblemente, guiados por una
cuerda que sostenían sus jovencísimos cuidadores, en pleno
espacio urbano, berrando por los jardines de los Almohades
situados entre las murallas de la antigua medina y el
puerto. Encendiendo cada cual su cachimba un viejo pescador
entrado en años me comentaba, junto al alminar de la
mezquita Oueld El Hamra, su extrañeza en la diferencia de
calendario: “En Arabia Saudí el Día del Sacrificio fue el
miércoles, cuarenta y ocho horas antes que en el Magreb. Mi
hijo, emigrante en Bélgica, me dijo que gran parte de la
comunidad marroquí allí instalada -muy influenciada por el
wahabismo- había decidido una solución intermedia, matando
los corderos el jueves”. Al buen hombre se le veía
preocupado por las diferencias horarias, que ni entendía ni
compartía: “Aláh es uno, el Islam es uno”.
Aprovechando la soleada mañana me dediqué a patear la
abigarrada urbe, tranquila a estas horas del día,
acercándome a los tres pulmones verdes en proceso de
rehabilitación (el “Plan de Desarrollo Urbano” firmado el 11
de septiembre del pasado año, en presencia de Mohamed VI,
tiene previsto invertir entre 2007 y 2010, 250 millones de
dirhams en importantes mejoras) que intentan purificar la
calidad del aire de la ciudad con más contaminación
atmosférica de Marruecos. El parque de la ‘Liga Árabe’
(antiguos “Jardines Lyautey”) con 30 hectáreas de superficie
situado en pleno centro urbano y levantado en 1918 por el
arquitecto Albert Laprade, (con el esfuerzo de prisioneros
de guerra alemanes durante la I Guerra Mundial) es con mucho
el más extenso de Casablanca, enclavado al norte de la
medina, entre los bulevares de Ibrahim Roudani y Hassan II y
el barrio Ghautier, seguido de los parques del ‘Hermitage’
(15 hectáreas, incluyendo un jardín botánico) y del de
‘Murdoch’ (6 hectáreas): 51000 metros cuadrados en total
para una población que supera ya los cinco millones de
habitantes, superficie claramente insuficiente y que ni por
asomo se acerca (eche el lector lo números) a los 10 m2 por
habitante que recomienda, para una calidad de vida, la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Intentar un
equilibrio en este sentido debería ser, entre otras, una de
las prioridades de la “Fundación Mohamed VI para la
Protección del Medio Ambiente”, que ya habría abordado
diferentes e interesantes proyectos con las autoridades de
la municipalidad, entre los que se encontrarían la creación
de nuevos espacios verdes en barriadas y zonas suburbanas.
En el perímetro de la ciudad se encuentra, precisamente, el
parque ‘Sindibad’, con cuarenta hectáreas de superficie y en
los alrededores los bosques de Bouskoura, auténtico “pulmón
verde” de la comarca junto al descuidado y bosque de las
Cascadas.
También es prioritario cerrar una lacerante herida social
pues según recientes datos del ministro de Hábitat y
Urbanismo, Taoufiq Hejira, medio millón de casablanqueses
sobrevivirían malamente en “bidonvilles”, que representan el
36% del chabolismo existente en Marruecos.
Todo un reto estratégico (social, económico y de seguridad)
para el “wali” de Casablanca, Mohamed Kabbaj quien, según
comentan, se lo estaría tomando muy en serio.
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