La falta de civismos que vive esta
sociedad, se va agravando con el paso del tiempo sin que, al
parecer, se puede poner freno a la misma.
Y esa falta de civismo, entre todos nosotros, sálvese el que
pueda, nos ha llevado a la perdida del principio de
autoridad, haciendo imperar la razón de la fuerza ante que
la fuerza de la razón. Un gran problema, cada día más
asentado, que habría que ir erradicando por el bien de
todos.
La moda está en pegarle a los profesores, a los médicos o a
las enfermeras y llegar a todas partes gritando para se
atendido los primeros. No sé por qué razón se tiene la
creencia de que, llegar a unas dependencias y ponerse a
gritar, es lo que le da la razón a quienes ejecutan este
sistema.
No hace muchos días, por esa fuerza que nos da la razón de
las fuerzas, uno de estos actos volvió a producirse en el
Ambulatorio José Lafont, donde una enfermera fue atacada por
un paciente que no quería esperar su turno y, por supuesto,
quería ser atendida la primera, sin tener en cuenta que
cuantas personas se encontraban esperando ser atendidas,
también eran personas enfermas que esperaban su turno.
Nadie, absolutamente nadie, va a un ambulatorio por el
placer de sentarse y que el médico lo vea. Se va por la
sencilla razón de que se necesita ayuda médica que alivie
sus males. Ninguno queremos estar enfermos y, mucho menos,
ir al ambulatorio que nos corresponda a perder el tiempo,
esperado ser atendidos.
Al parecer hay quienes tienen la creencia, de que la
solución para pasar el primero está en atacar al médico o a
la enfermera de turno que sólo cumplen con su deber,
haciendo pasar a la consulta al que le corresponde. Como
debe ser.
Desgraciadamente, esta clase de espectáculos denigrantes, se
vienen realzando con alguna frecuencia, por parte de
aquellas personas que imponen su ley por la razón de la
fuerza y, con todas estas clases de actos, hay que acabar,
de una vez por todas, porque sólo conducen al deterioro de
las instituciones.
No somos los más indicados para decir el sistema que hay que
imponer para acabar, cuanto antes, con estos bochornosos
espectáculos. Doctores tiene la iglesia, como decía aquel,
para pone fin al vandalismo existente en las escuelas y en
los ambulatorios porque, sin duda alguna, estos son actos
vandálicos que a nada conducen. Y son a esos doctores, a los
que corresponde tomar las medidas necesarias, sin paños
calientes, para acabar con todo estos actos que tanto daño
están haciendo a la sociedad.
Pongamos todos de nuestra parte, cada uno la parte que le
corresponda, para que estos bochornosos actos no vuelvan
jamás a suceder y, mucho menos, en una sociedad que se
considera civilizada.
El respeto hacia los demás, empieza por el respeto a uno
mismo. Quienes correspondan deberán tomar las medidas que
sean para poner fin, de una vez por todas, a esta clase de
actos. Por eso, para acabar desde aquí y desde ya, pedimos
¡Basta ya!.
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