Servidor, cada año, cuando llegan
las fiestas navideñas, trata por todos los medios a mi
alcance de ser bueno o al menos parecerlo. Ya se sabe la
celebre frase de la mujer del César, a la que no les bastaba
ser buena, sino que tenía que parecerlo.
Sin embargo debo reconocer que hay personas, en este mundo
mundial del que forma parte nuestra tierra que se las dan de
buenos y ni son buenos, ni mucho menos lo parecen, Más bien,
si se les estudia a fondo, no muy a fondo que digamos, son
todo lo contrario, malas personas cuyas caras las llevan
cubiertas por las caretas de la maldad y la hipocresía.
Seres malos que se hacen pasar por buenos, con una sonrisa
de enorme falsedad, ante la que caen rendidos a sus píes
unos pobres incautos atraídos por esa sonrisa beatifica, con
la misma atracción que Ulises se sintió atraído por los
cantos de sirenas. Todo una gran mentira.
Como estamos en las fechas que estamos, uno se toma un
pequeño respiro e intenta ser mejor. Auque, la verdad, eso
de ser algo mejor cuando se acercan las fiestas navideñas no
es más que una hipocresía. Hay que intentar ser mejores, con
nuestros prójimos, cada día del año.
Así que desisto de intentar ser mejor o sea ser más bueno en
estas fechas. Eso de ser más buenos en navidad, se lo dejo a
todos aquellos que sólo, al parecer, son mejores en tan
señaladas fiestas, presentado la cara de la falsedad y la
hipocresía haciendo creer, al personal, que son los mejores
del mundo mundial, aún cuando sean incapaces de darle un
bollo de pan a un pobre.
Ahora, eso sí, todo estos tan buenos, pan que se dice pan no
le darán, pero le pasarán la mano por las espaldas, y con
buenas palabritas, ¡mira que tienen labia los tíos!, les
animarán a mantener la fe y a rezar mucho para conseguir el
reino de los cielos.
Todos ellos son más papistas que el Papa, no en vano se
pasan todo el día, en las iglesias, pidiéndole a Dios por
todos los pobres del mundo. Que digo yo, si es qué se puede
decir algo, que en vez de rezar tanto por nosotros, sería
mejor salir a la calle y ayudar económicamente a todos esos
pobres que, en tan señaladas fiestas, no van a tener nada
que llevarse a la boca.
Que todo eso de rezar y pedir por todos los pobres del
mundo, está muy bien, pero si entre rezo y rezo, de vez en
cuando, le dieran a un pobre un par de euros para un bollo
de pan estaría mucho mejor. Claro que todo no puede ser,
demasiado trabajo tienen todas esas criaturitas llenas de
bondad con rezar cada día por los pobres del mundo mundial,
como para que también le tengan que dar un par de euros para
un bollo de pan.
Y ni te cuento, serrana del alma, regalarle par de litros de
aceite, par de kilos de habichuelas, arroz, garbanzos y
alguna caja barata de cosas típicas de la navidad para que
celebren las fiestas navideñas. Eso, para esta bonísimas
criaturitas que tanto rezan por los pobres del mundo, sería
demasiado.
Y es que todos ellos, si por esas casualidades que tiene la
vida, le dan a un pobre una moneda de dos céntimos, se
pasarán la vida contando ese gran gesto que tuvieron.
¡Sepulcros blanqueados!
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