Paseando por Independencia antes de entrar en redacción,
rememoro algunas escenas del verano pasado, pensando también
en las nieves que cubre parte de la península y casi media
Catalunya. Se acercan las fiestas navideñas y ello implica
que nos vayamos preparando, mi familia y yo, para un nuevo
desplazamiento a la ciudad donde transcurrieron más de
cuarenta años de mi vida y donde he dejado jirones de la
misma en forma de otros tantos seres humanos.
En mis rememoraciones echo a faltar a mi amiga ocasional del
estío, una de esas amigas que uno se encuentra de manera
fortuita en cualquier lance veraniego y que hace pasar un
grato momento de contemplación. No, no sean Vds. tan mal
pensados, por favor, me estoy refiriendo a una gaviota que
conocí durante unas de mis correrías fotográficas por la
ciudad.
Era una gaviota minusválida física, que yo le dí el apodo de
“gaviota pirata” porque carecía de parte de la pata
izquierda. La conocí mientras descansaba, apoyada en el
paramento que no se si llamarlo malecón o barandilla
existente en el Paseo Colón, de su vuelo en competencia con
otras hermanas a la caza de la cotidiana comida. La “gaviota
pirata” me hizo el honor de no salir en estampida y posó
para el retrato de una manera grácil y soberbia. Se ve que
inspiro confianza ¿no?
Ignoro qué accidente habrá tenido la “gaviota pirata” para
perder parte de la pata, ya que no entiendo las
explicaciones que trataba de darme a través de, es natural,
los grititos que emite y no creo que exista intérprete para
ese idioma volátil.
Como supongo sabemos por estos lares, por algo somos
caballas apegados al mar y a la fauna que compone el reino
de Animalia, las gaviotas son aves voladoras de la familia
Laridae. La “gaviota pirata” es del género Larus, al que
pertenecen la mayoría de las gaviotas, de plumaje blanco,
con alas grises y un poco más oscuro el timón de la cola.
Como mi amiga la “gaviota pirata” es del orden
Charadriiformes, está relacionada con el agua a pesar de que
el orden está dividido en 6 subórdenes de 18 familias con 85
géneros y 366 especies conocidas (casi una por día en año
bisiesto), le corresponde a ella ser la representante
genuina de tan volátil partido de Animalia. Por algo es
conocida, su especie, como gaviota plateada, ‘larus
argentarus’ y su tamaño es grande.
Acostumbra a volar bien alto por la zona de la bahía Sur
entre el Cabo Negro y la cúpula del campanario de la derecha
de la Catedral, según se mira su fachada, en un vuelo que
diríase inmóvil. La muy piílla busca frecuentemente capas de
aire caliente para mantenerse sin mover las alas mientras
sus amarillentos ojos vigila el mar, en busca de su comida.
Sabemos que las gaviotas son carnívoras y, a la vez,
detrívoras. Se alimentan de cangrejos y peces pequeños
principalmente, pero cuando éstos escasean o le dan por no
aparecer en un largo período de tiempo, van a por lo que
sea. Como mi amiga, la “gaviota pirata”, es muy lista y muy
inteligente, sabe dónde buscar comida-basura. No es que la
permitan entrar en cierta hamburguesería pero sabe encontrar
su big-mac, chorreando de tomate, mostaza e invadido de
microbios, entre los detritus que se dejan en la calle a la
espera de su recogida. De ahí le viene el calificativo de
detrívora.
Mi amiga está un poco cabreada porque cierto partido la ha
tomado con ella en una reproducción tan estilizada que le da
forma de golondrina más que de ella misma. Ella, la “gaviota
pirata” es fiel a su espacio y la otra, que es de la familia
‘Hirundinidae’ es una inmigrante perenne de ida y vuelta.
Además le molesta, a mi amiga, que la lleve en imagen
paseando por doquier agarrada a un agujero de las solapas
chaqueteras. No comprende cómo es que esa gente tenga tan
escasas ideas sobre diseño. Está tan cansada de oír
discursos tan repetidos, que ya no sabe si se referían a la
ETA o a la TETA. Tan cansada está que, tal vez por
psicoquinesis, me pide que le compre una articulación
protésica para su pata. Tan cansada está de esos discursos
inútiles para el país como de estar apoyada eternamente,
cuando quiere precisamente descansar, en una sola pata. Los
años le pesan y el cuerpo también. Yo también
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