La copa de Navidad es una
cuchipanda que sirve para que los asistentes se reúnan
alrededor de una mesa en son de paz y surja el discurso
sensiblero, causante de algunas lágrimas y de que la gente
se abrace estimulada, todo hay que decirlo, por los efectos
del alcohol.
La copa navideña del Partido Popular ha destacado, sin
embargo, porque, al fin, el presidente de la Ciudad, Juan
Jesús Vivas, ha sido capaz de defender a alguien a los
cuatro vientos. El conocimiento de semejante hecho me ha
producido pasmo. Pues nunca creí yo vivir para ver una cosa
igual. Aleluya.
Propalar en estos momentos el trabajo eficaz, honesto y
serio de Francisco Sánchez Paris, jefe de Gabinete,
tiene doble valor: uno, responder al tópico de que Juan
Vivas es incapaz de dar la cara por nadie. Otro, decirles a
quienes no cesan de arremeter contra el asesor que están
pinchando en hueso. Y, por lo tanto, que desistan de
criticarlo acerbamente, porque no van a conseguir lo que se
proponen; o sea, la destitución del hombre venido de una
tierra donde el cazador furtivo es pieza vital.
Créanme que me está costando trabajo salir del asombro que
me ha producido la lectura de la noticia: Juan Vivas y
Pedro Gordillo erigidos en defensores a ultranza de la
persona más perseguida en los últimos meses por cuestiones
de envidias, celos, y por no dejarse manejar por empresarios
tan faltos de escrúpulos como habituados a conseguir sus
propósitos por medio de amenazas. Albricias.
Ha sido sin duda la noticia más relevante de estos días. Sí,
claro que sí; puesto que no somos pocos los que esperábamos
que en algún momento el presidente de la Ciudad diera
muestras de que le sobran arrestos para no dejar a uno de
los suyos en la estacada. Ya era hora de que Juan Vivas
pusiera los puntos sobre las íes. Con el fin de disipar
versiones o interpretaciones erróneas o torcidas. En suma:
acabar con las discusiones al respecto. Felicitaciones...
Ahora bien, dentro de mi asombro por lo acontecido, no puedo
dejar de imaginar cómo les habrá sentado el mensaje de los
dos mandas principales del PP a quienes estaban convencidos
de que el acoso y derribo a Sánchez Paris acabaría según
ellos tenían previstos. Con la decapitación de éste y la
alegría de ellos ante el cadalso. Vaya chasco se han
llevado.
Rafa Montero, Manuel González Bolorino y Emilio
Cózar se habrán quedado con esa cara de tonto que suele
quedar cuando no se logra un triunfo que ya se daba por
hecho. Fueron incapaces de valorar al adversario y pusieron
en duda, además, el ser o no ser de Juan Vivas y Pedro
Gordillo. O bien estaban convencidos de que son poderosos
hasta cuando están en el baño a merced de las circunstancias
fisiológicas. Craso error.
Eso sí, a partir de ahora, el jefe de Gabinete habrá de
hilar fino en su tarea. Que no es fácil. Ya que sus enemigos
harán de las asechanzas el medio principal para volver a
sambenitarlo. Así que le conviene permanecer alerta: incluso
cuando duerme.
Ah, antes de que se me olvide, desconocía la convalecencia
de Carlos García Bernardo. De quien también se han
acordado Vivas y Gordillo para destacar su magnífica labor.
Vaya, pues, desde este oasis mi más sincero deseo de
recuperación al viceconsejero de Festejos.
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