En nuestro país, la detección de alumnos superdotados
muestra importantes deficiencias. Cerca del 99% de los casos
de alumnos superdotados nunca son detectados ni
diagnosticados debidamente. Y conviene tener en cuenta que
el 70% de los alumnos tiene un bajo rendimiento en el aula y
entre el 35% y el 50% presentan fracaso escolar.
El proceso de identificación de un alumno superdotado
comenzaría por la detección, que en la inmensa mayoría de
los casos –más del 90%-, se produce gracias a los padres. En
un segundo plano, y en menor medida, aparecen los maestros,
que muchas veces yerran al confundir los alumnos
superdotados con aquellos con mayores aptitudes o mejores
calificaciones.
En etapas anteriores, para determinar si un alumno era o no
superdotado, se le aplicaba una serie de pruebas –tests de
inteligencia- que únicamente eran analizadas, por
profesionales educativos- psicólogos, pedagogos…- A partir
de 2006, el MEC determinó que el diagnóstico de estos
alumnos precise además el criterio de personal sanitario,
permitiendo así que no sólo se tenga en cuenta aptitudes
escolares, sino también clínicas y psíquicas.
Al igual que ocurre con muchas otras cuestiones, la
detección de superdotados cuenta también con “pequeños
trucos caseros” que, según parece, ayudan a detectar si un
niño es superdotado desde muy temprana edad escolar:
escribir siempre en mayúsculas, nacer con los ojos abiertos,
no gatear… son algunas de esas características más comunes
en niños superdotados y que pueden facilitar su
identificación.
Tras ser diagnosticado como tal, hay que intentar que el
menor tenga una “enseñanza y un ritmo de aprendizaje
adecuados a sus capacidades cognitivas”. Ante esto, una de
las soluciones más recurrentes sería la de permitir que el
alumno “salte” algún curso. Una solución no demasiado
satisfactoria para muchos expertos –tampoco para el MEC- que
afirman que lo ideal sería que el sistema educativo
“adaptase y diversificase las enseñanzas” dentro de un mismo
curso, para la aceleración de aquellos alumnos que presenten
altas capacidades. En suma, de lo que se está hablando es de
una enseñanza individualizada, con adaptaciones
curriculares.
Entre las diferentes técnicas que existen para detectar la
superdotación y las altas capacidades intelectuales, figuran
los tests de inteligencia, capaces de medir el cociente
intelectual (C.I.) Según los expertos, obtener un resultado
superior a 130, demuestra que la persona en cuestión
presenta una destacada inteligencia. Cuando mayor sea el C.I,
mayores capacidades intelectuales presentará el individuo.
La superdotación, según afirman los expertos, “suele
presentarse a edades tempranas”. Un estudio que respalda
esta hipótesis consistió en hacer un seguimiento en niños
desde los cuatro años hasta los 17 años. Según las
conclusiones, el 98% de los niños que con cuatro o cinco
años presentaban precocidad intelectual, mostraron
superdotación a los 17 años.
Este estudio alimenta, en cierta medida, al eterno debate
que existe sobre si el superdotado nace ya con esas
cualidades o las va adquiriendo a lo largo de su formación.
Estas conclusiones, al igual que opinan muchos
especialistas, determinan que los niños superdotados nacen
con esas condiciones innatas, pero necesitan de una cierta
adaptación y continuidad para que estas puedan desarrollarse
plenamente. De lo contrario, suele darse el caso de que su
superdotación degenere en algún problema psíquico:
depresión, desánimo, autoestima baja, hipersensibilidad…
Uno de los casos más destacables de superdotación es el del
pequeño Maximiliano Arellano (Max, para sus amigos).
Actualmente cuenta con ocho años. Este joven mexicano, desde
pequeño demostró un notorio interés por la Medicina. Hijo de
un representante de productos clínicos, Max ha vivido
diversas situaciones familiares que han despertado su
interés por esta ciencia. Con sólo cuatro años impartió su
primera lección magistral sobre diabetes en la Universidad
Autónoma del Estado de México. El pasado 1 de Noviembre
intervino en un Congreso Internacional sobre quistes en la
región maxilofacial.
En la actualidad, rostros conocidos del Cine, la Música o la
Política, sometidos a tests de inteligencia han obtenido
resultados verdaderamente reveladores: actrices Nicole
Kidman (135), Sharon Stone (136), la cantante Madonna (140),
políticos como Al Gore (145) o Bill Clinton (140). Nada
comparable con personajes de la talla de Isaac Asimos o
Albert Einstein (ambos 160) y muy alejados Gary Kasparov
(190), Truman Capote (215) o Leonardo Da Vinci (220.
En mi vida profesional recuerdo un caso muy especial de un
alumno con 145. Se le permitió que diese un “salto”. Él
estudiaba EGB, y de 6º curso pasó a 8º. Terminó con
sobresaliente. Igualmente en Bachillerato y Matricula de
Honor en COU. Ya en la Universidad tuvo que abandonar por
problema económicos la carrera de Ingeniería Técnica
Aeronáutica. Ahora trabaja en Correos, pero debido a su
juventud, y resuelta su economía, destacará en una carrera
universitaria.
|