Felipe Gonzáles presidirá el
“grupo de sabios” propuesto por Sarkozy para reflexionar
sobre el futuro europeo. González se impuso al candidato
preferido por los británicos, gracias a Francia Alemania y
Portugal.
Como español me siento orgullos de que, González, presida
ese “grupo de sabios” ideado por el presidente francés para
frenar la entrada de Turquía, candidata oficial que cuenta
con el apoyo incondicional del Reino Unido, partidario de
una Unión más grande y menos política.
Por principio, Felipe González, siempre me ha parecido un
gran presidente y, sobre todo, un hombre de Estado que pudo
ser presidente hasta cuando hubiese querido y que por no
haberse quitado, a tiempo, a todos aquellos parásitos y
ambiciosos que lo rodeaban, tuvo que dejar la presidencia de
España.
Con este nombramiento, para presidir el “grupo de sabios”,
no se hace más que reconocer su gran capacidad como político
y su saber estar a la altura de un gran estadista en los
momentos oportunos. Demostrada quedó su gran capacidad
política como hombre de estado en aquel referéndum: “OTAN
si, OTAN no”.
No me cabe duda alguna de que, González, sabrá estar a la
altura del compromiso adquirido y que, todos los españoles,
nos sentiremos orgullosos, de su bien hacer al frente de ese
“grupo de sabios”.
Muchos han sido los grandes políticos que han tenido que
dejar sus cargos por no saber, en los momentos oportunos,
quitarse de encima a todos aquellos ambiciosos, falsos,
pelotas y lameculos que le rodeaban, aplaudiéndole cada una
de sus intervenciones o decisiones tomadas, mientras
trataban de apuñalarles por las espaldas.
Felipe González, gran presidente español y sensacional
hombre de Estado, lo tuvo todo pero cometió el más grave de
los errores que se pueden cometer en política, no haberse
quitado a tiempo a todos esos parásitos que sólo luchaban
por sus beneficios.
No es el primer caso, ni será el último, de que un político
con todas las armas para triunfar, por sus conocimientos y
con el total apoyo popular, por no poner los “cartuchos”
sobre la mesa, a su debido tiempo, cargándose de un plumazo
a toda esa fauna de falsos, pelotas y lameculos que le
rodean, vea su gran carrera política diezmada por la
actuación de toda esa fauna que le rodea y que nada más que
buscan su propio beneficio, sin importarle lo más mínimo en
la situación que pueda quedar el hombre que les llevó a la
victoria, y les proporcionó los puestos de trabajo ganando
una buena pasta.
Con el convencimiento de que, entre toda esa fauna, habrán
algunos que tratarán, por todos los medios a su alcance,
actuar de Bruto para quitarle el puesto que ostenta. Esto,
aunque pueda parecer de una gran rareza, existe en realidad.
Vamos, como las meigas que haberlas haylas.
Sé, positivamente, que avisar de lo que puede ocurrir es
predicar en el desierto, Y quizás se escuche mi voz cuando
ya no hay solución. Aún estamos a tiempo, todo es cuestión
de “cartuchos”. ¿O no?
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