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OPINIÓN - LUNES, 17 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Falta de previsión
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es lo que parece que ha habido en la frontera del otro lado, al haberse dado una gran afluencia de marroquíes procedentes de sus destinos en Europa.

Son muchos los marroquíes que, por necesidad de trabajo, desde hace años residen en Europa, pero cuando llegan las principales fiestas de su religión, tal como siempre han hecho los emigrantes, no dudan en venir a pasarlas junto a los suyos y entonces es cuando aparecen esos problemas.

Algo se apreciaba ya el viernes, y también en algunos momentos el sábado, nada más entrar en Martínez Catena. Podría haberse interpretado, inicialmente, como la consecuencia lógica de las obras, el viernes. Sin embargo, pronto se vio que era “otra cosa” y sucedió que las colas que ocasionó la frontera de Marruecos fueron de más de dos kilómetros aquí en Ceuta.

Un verdadero tapón se formó desde la frontera hasta las gasolineras de la Avenida de Martínez Catena.

O sea que pagaron la falta de previsión, no sólo los súbditos de quienes originaron eso, sino también otros, ceutíes especialmente, que nada tienen que ver con todo ello.

Todo empezó con la llegada de los primeros barcos de la mañana, en los que venían muchísimos emigrantes magrevíes.

Esa avalancha, con la falta de previsión allá en la frontera, ocasionó una serie de problemas que aquí no tenían que ocurrir, y menos mal a que en territorio ceutí, esto es, en España hubo una eficiente actuación de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, porque de lo contrario hubiéramos tenido colas hasta el Monte Hacho .

Hubo instantes de tensión, porque lo que había proporcionado la falta de previsión había ocasionado un verdadero caos que se pudo solucionar a las cuatro o cinco horas. Demasiados problemas en los que se encontró involucrado, sin comerlo ni beberlo, todo el servicio de nuestra frontera, por no estar en su sitio quienes debían haber estado, al otro lado. Y si para Ceuta esto era un problema añadido, para los propios emigrantes lo era real y de grandes dimensiones. Hay que tener en cuenta que estos emigrantes llegaban a nuestra ciudad, tras haber recorrido dos o tres mil kilómetros, en muchos casos en condiciones penosas, sin, a penas, dormir y cuando ya están llegando a su casa, se encuentran con otra dificultad más: la frontera de su país.A lo largo de toda la mañana, el embotellamiento fue enorme, desde poco después de las nueve hasta casi las tres de la tarde.

Y esto no se debió a un incidente o a un accidente inesperado. Esto es, o tiene que ser, sabido ya de antemano, por cuanto todos sabemos que los emigrantes musulmanes vienen a pasar las fiestas con sus familiares. No es algo de este fin de semana, es algo que se da todos los años.

Además, lo que se ha demostrado con este hecho, que se ha dado en más ocasiones y puede darse, también, en el futuro, es que la frontera está muy lejos de estar bien acondicionada para poder absorber una llegada masiva, como la de estos días.

La frontera se convirtió en un embudo. Los responsables del otro lado quisieron reaccionar, pero la situación ya les había sobrepasado y era imposible normalizar la situación en poco tiempo.

Si esto sirviera de algo la cosa podría darse por positiva, pero la capacidad de absorción es tan baja que hechos así se repetirán.
 

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