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OPINIÓN - SÁBADO, 15 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Desatino de Basilio Fernández
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Bajo el título de “Los viernes con De la Encina”, a principios del mes pasado, me dio a mí por destacar cómo la prensa agradecía el juego que estaba dando el diputado por Cádiz y presidente de la Comisión Delegada del PSOE en Ceuta, durante el día elegido para atender a quienes desearan entrevistarse con él. Al par que incidía en algo que tenía asumido: Salvador de la Encina es un político brillante.

Una brillantez desconocida por innumerables ciudadanos. Y otros muchos ni siquiera sabían que fue nacido en Ceuta. Recordé también, como no podía ser menos, que en Ferraz le habían encomendado una acción compleja; o sea, tan difícil cual antipática Aunque semejante misión tenía su parte favorable: le iba a permitir darse a conocer y ganarse a mucha gente para su causa.

Y argumentaba los motivos de esa predicción. Es persona siempre dispuesta a reunirse con quienes lo solicitan; destaca por su carácter sereno y afable; y sobre todo hacía hincapié en algo muy importante: De la Encina transmite credibilidad, aun siendo político. Lo cual tiene un mérito incuestionable.

Lo que no dije, entonces de él, es que su llegada había sido mal vista por quienes se ponen nerviosos cuando han de enfrentarse a alguien con capacidad suficiente para llamar la atención ciudadana. Alguien con tirón. Y no lo hice, pese a pensarlo, por no predisponerle el ambiente en su contra.

En este caso, se ha cumplido el refrán de piensa mal y acertarás. Puesto que Basilio Fernández tardó, nada y menos, en salir corriendo hacia el juzgado de guardia para poner la denuncia correspondiente. Una denuncia que encerraba un deseo: que todo siga igual pero que De la Encina no aparezca por aquí ni un viernes más.

Y, claro, se le ha visto el plumero. Lo que quería, y sigue queriendo Fernández, es que sea Enrique Moya la única persona visible para que él y los suyos -es decir, los llamados críticos- puedan zurrarle la badana sin solución de continuidad. Cebarse con él a todas horas. Sambenitarlo diariamente. Ponerlo en la picota. Y de esa manera darle rienda suelta a toda la inquina almacenada contra los socialistas.

Una manera de ir desgastando cada vez más el ya de por sí desgastado afecto existente por estas siglas en esta ciudad. Una tarea, sin duda, correspondiente al Partido Popular. Pues entra dentro de sus obligaciones el tratar por todos los medios de hacer una oposición dura. A fin de que los ciudadanos terminen viendo a los socialistas como en la época de Franco eran vistos los comunistas.

La acción de Basilio Fernández carece de sentido y resulta además contraproducente para él. Lo deja en situación desairada. Máxime cuando todos sabemos que hubo un tiempo en el cual le dio puerta al socialismo y se alistó como secundario de Francisco Fraiz para darle vida a un partido: Progreso y Futuro de Ceuta. Y, aunque de ello ha pasado ya su tiempo, no creo que sea suficiente como para que la amnesia se haya apoderado de cuantos vivimos aquellos momentos de cuando ambos gobernaron. En rigor: fueron años desastrosos. Y cometieron desatinos incuestionables.

Por lo tanto, y aunque Moya me es indiferente, Salvador de la Encina sí merece más respeto. Y, desde luego, el PSOE.
 

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