No cabe duda alguna que la frase
más escucha, en estas fechas que se avecinan, será la de
“Feliz Navidad”. Porque todos, en esto días, nos deseamos
mutuamente el pasar unas felices fiestas en compañía de
nuestros familiares.
Otra cosa es segura, que el próximo día veintidós, sobre
todos los boyados, estemos pendientes de los números que
canten los niños de San Idelfonso, con las esperanzas
puestas en que el premio caiga sobre el número que llevamos.
Ni te quiero contar, serrana del alma mía, si por una de
esas casualidades que tiene la vida, en este caso la suerte,
somos unos de los agraciados. Seguro que nos pasamos el día
mirando, una y otra vez, nuestro número para asegurarnos que
no nos hemos equivocado y que, efectivamente, es el
premiado. Son las cosas que tenemos todos aquellos a los que
la suerte, en cuanto a lotería se refiere, no ha vuelto las
espaldas. O sea, para dejar la cosa clara, no nos ha tocado
ni le dinero de vuelta. Manda…la cosa
Les puedo asegurar que todos los currantes que nos jugamos
unos euros a la lotería, y que nunca nos toca nada, vivimos
con las esperanzas de que, un siglo de estos, la suerte no
nos sea esquiva y nos de la vuelta de los euros que nos
hemos gastados.
Bueno, la verdad sea dicha, en el caso que no nos toque, que
no nos va a tocar, recurriremos a la otra frase que tanto se
maneja en estos días: “No pasa nada. Seguro que nos toca en
la del Niño”, Una de las frases más tontas que he escuchado
a lo largo de mí vida, por lo repetitiva que es y a la que
nos agarramos como a un clavo ardiendo, para seguir
manteniendo las esperanzas de que la suerte llame a nuestra
puerta.
Ya se sabe que lo último que se pierde es la esperanza. Por
ello, por mantener esa esperanza, es por lo que servidor
sigue jugando el mismo número desde hace más de veinte años,
y que si quieres arroz Catalina. Vamos, para usted y para
mí, tengo el pleno convencimiento de que ese número, o sea
el mío, el que llevo comprando tantos años, no está en las
tiras esas de bolas que echan en los bombos. Oiga, amigo
guarida, también me ha dado por pensar que,, quizás, como
los bombos dan tantas vueltas se me maree el número y este
se niegue a salir, ante el temor que le puedan quitar puntos
del carné de conducir.
Esta última posibilidad me parece la más creíble. Vaya a ser
que el número me salga haciendo eses, y ante la duda de si
está o no está con unas copitas de más, me lo detengan. Y
claro si me lo detienen, ya me contarán cómo va a poder
salir del bombo. Que digo yo, por decir algo, en el supuesto
que se me permita, que como la lotería es de una cofradía, a
ver si el santo de los desesperados me podría echar una
manita de nada. No creo que sea mucho pedir, después de más
de veinte años comprando. Mientras sigo pensando, a ver si
es posible encontrar la solución a este problema que tengo
planteado en el asunto de la lotería, tratando de que me
toque aunque sea la devolución del dinero, ustedes sigan
comprando porque igual les toca, lo que de verdad me
produciría una gran alegría. Aunque tengo que reconocer que
más alegría me daría, si me toca a mí. No sé mentir
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