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OPINIÓN - VIERNES, 14 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El viaje marítimo de placer
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace pocos meses, en un crucero por la costa del Adriático, disfrutaron algunos personajes de esta ciudad. Dado que Rafa Montero había sido el promotor de la idea, no sé si sus amigos tuvieron que bailar con él la danza del vientre. Lo cierto es que algunos no se privaron de nada. Los comentarios acerca de ese viaje marítimo de placer hacen alusión a que fue allí donde se fraguó la estrategia encaminada a poner a Juan Vivas en su sitio. Es decir, a quitarle la careta de hombre probo.

Estas palabras habían sido pronunciadas por un abogado de esta ciudad, que ha decidido juntarle al presidente chinitas en los pies. O sea, traicionarlo a cualquier precio. Y se jacta de poder hacerlo porque está enterado de cuanto acontece en el Gobierno y, más aún, de todo lo que se habla y se cataloga como materia clasificada. Sobra dar el nombre del abogado. Pero si ustedes lo aciertan, por más que la pregunta está chupada, se les gratificará. Lo que no sé, a ciencia cierta, es si el letrado estuvo en ese viaje con escala en ciudades donde las mujeres son altas, rubias, y ojizarcas. Y los hombres rudos y muy dados a empinar el codo con el delicioso vodka.

El que no estuvo en ese crucero, a pesar de haber sido invitado, fue el sacristán. Porque todo viaje que no sea compartido con Ángel María Villar es pecaminoso para él. El sacristán no es partidario de que sus amigos bailen la danza del vientre. De hecho, tengo entendido que pide por la salvación de ellos todos los días en la iglesia de San Francisco. Ya que considera que están en pecado mortal. Pero, muy a su pesar, traga y traga y sigue tragando... Porque, si deja de tragar, puede que no vuelva a ganar las próximas elecciones. Y acabado el chollo: ¡Dios, qué disgusto para el bolsillo!

Tampoco tengo noticias de que Juan Luis Aróstegui, parte de la trama, estuviera también en esa deliciosa navegación de cabotaje. La verdad sea dicha: Aróstegui es demasiado soso para menear las caderas en ningún fin de fiesta. Me lo decía a mí una allegada suya: este hombre no se mueve ni... cuando le toca. Ahora bien, hay que reconocerle que es un lince a la hora de defender los dineros de las tres o cuatro familias más ricas de esta ciudad. Por algo será. Yo lo sé. Y es así porque un día me lo contó un empresario de postín, con pelos y señales. Mas no te preocupes, me dirijo al empresario, que nunca desvelaré lo que me dijiste en un momento donde tu pariente tardaba en solucionar los problemas de la familia.

El que estuvo en el viaje de placer, aunque tampoco he visto sus pasajes, fue Manuel González Bolorino. Y es que éste no se pierde ningún fiestón. Y mucho menos si él sabe que allí se acabará bailando el ritmo turco. Ay, todavía me acuerdo de una mañana de primavera en la que sentados a una mesa se encontraban “Francisco Antonio”, Morales, Gordillo y el “Berlusconi” de la televisión ceutí, y éste se reía a calzón quitado de no sé qué de Rafa Montero. Y a mí, con la ingenuidad que me caracteriza, me dio por defender la honorabilidad que creía merecer el editor del periódico en el cual escribía.

Por cierto, hubo alguien que me denunció, azuzado por el magnate de la televisión, y allá que en el acto de conciliación me mantuve en mis trece: yo sólo he respondido a las injurias que se han dicho del dueño del periódico en el cual escribo. Y punto. Lo que va de ayer a hoy. Aunque hoy toca destacar la integridad de Vivas.
 

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