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OPINIÓN - Miércoles, 12 DE DICIEMBRE  DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

No es fácil ser musulmán (I)
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

No ya en cualquier país islámico, si les contara por lo poco que sé y lo mucho que me dicen; no. Ni siquiera en Occidente (con las españolas Ceuta y Melilla en primera fila) donde como es sabido se alcanzan, pese a todas las deficiencias, las mayores cotas de respeto y libertades que ha conocido nunca la historia. El caso de Ceuta es paradigmático y contradictorio a varias bandas pues si bien los musulmanes gozan, como no podía ser menos, de todas sus prerrogativas como individuos, en tanto que colectividad (plegada, por un lado, sobre sí misma pero abierta a los cuatro vientos en cuanto hecho religioso diferencial cargado de simbolismos sociales externos) se ven arrastrados por diferentes corrientes que pugnan por llevarlos a su cauce.

Desde hace tiempo (el martes mismo Ignacio Cembrero en “El País”) los medios nacionales van dejando ver al gran público parte del iceberg que, en su momento, fuimos mostrando en esta columna, datos y situaciones que van siendo corroborados por el paso del tiempo. Quizás las principales dificultades que atenazan y soterran las posibilidades de integración (¡importantísima!) de la amplia comunidad musulmana en España (más de un millón de personas) y Ceuta (ya la mitad de la población, sí, no rezonguen ni sigan manipulando estadísticas), en pie de igualdad con el binomio derechos-obligaciones junto al resto de la ciudadanía, sea de tres ordenes: primero, la necesidad de una exégesis consensuada y actualizada del Corán (se está en ello); en segundo lugar el hecho nacional, fracturado por intereses contrapuestos (musulmanes españoles, de mayoritario origen marroquí cuya nacionalidad nunca se pierde, zarandeados por diferentes lealtades en torno a temas como Ceuta-Melilla o el Sáhara); tercero la representatividad, pues las dos grandes federaciones (UCIDE y FEERI) integradas en la CIE (Comisión Islámica de España) han sido testimonio vivo. Campo de batalla de desencuentros doctrinales y manipulaciones partidistas o nacionales con un trasfondo común: la gestión y control de almas y bolsillos. Agotadas en su legitimidad, fracturadas en su funcionamiento, parece necesario alumbrar un nuevo marco jurídico organizativo en cuyo génesis se enfrentan de forma interpuesta, por un lado el Estado español y, por otro, los dos grandes países suministradores cada cual a su forma del actual hecho islámico (entendido en el campo de la fenomenología religiosa): el Reino de Marruecos (sunní-malikí), con su masivo aporte demográfico y el Reino de Arabia Saudí (sunní-hambalí, wahabí), generoso con sus petrodólares y paladín de la islamización desde arriba.

Este final de año va a caracterizarse (además del enfrentamiento, ya abierto, entre Marruecos y España en cuanto a la gestión del colectivo musulmán, que encierra diversas y poliédricas lecturas) por un hecho interno y otro externo: de fronteras para adentro va tomando posiciones una “tercera vía” fundada en diciembre de 2006, la FEME (Federación Musulmana de España), liderada por españoles conversos y de origen marroquí que el 8 de septiembre lanzó una Plataforma alternativa con otras entidades; y, desde fuera, la posible financiación vía Libia. Atentos a la inmediata visita oficial del coronel Gadafi a Madrid… y Córdoba. Seguimos mañana.
 

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