Esto de las autonomías llega al
paroxismo más insospechado y así hemos visto como para
“nacionalizar” el conocido ágape con que hoy en día se
organiza a fin de celebrar cualquier efeméride, acto público
o suceso relevante, luego de las “elocuentes” palabras de
quien ordena la organización del evento, se procede a
institucionalizarlo con el conocido “vino español”.
Por eso lo que nos ocupa hoy es al punto en que se ha
llegado con la nacionalización de todo cuanto huela a
español y así, según oímos en una cadena de radio, por parte
de las autoridades gallegas se ha procedido llamar “vino
gallego” a la clásica copa de “vino español” que, como hemos
indicado, se organiza para la celebración de cualquier
evento. O sea, que en las invitaciones se dirá: al final del
acto se servirá una copa de “vino gallego”.
Y si seguimos así veremos que en Cataluña se servirá una de
“vino catalán” y en Vascongadas una de “vino vasco”. Con lo
bien que se generaliza al decir “vino español” que engloba
las variedades que en nuestro país existen y que, según el
diccionario al efecto, suman mas de seis mil marcas y dos
mil ochocientos vinos puntuados.
Con independencia de que, para dar pábulo a su acendrado
nacionalismo, evitarán las denominaciones castellanas de las
otras bebidas o licores que también suelen servirse en estos
actos llamándolas, por ejemplo, “bière, whisky, gin, rhum,
vermouth” (cerveza, guisqui, ginebra, ron, vermú) y, de
seguir así, serán capaces de darle a los aperitivos
incluidos el paté, el caviar, la langosta, las gambas, el
jamón de pata negra y toda clase de embutidos ibéricos,
sustantivos que pudieran ser de origen francés, para no
citar la versión española, (“paté du canard”, “salade du
langouste”, “petit appetissant du jambon”, “saucisson”), y
así sucesivamente hasta traducirlo todo para que nada de
ello, aperitivos, salsas y demás manjares al caso y en estos
usos, suene a español
Nos figuramos a un invitado, de esos “gañotes” que suelen
apuntarse a todos los convites, presumiendo de nacionalista
y que, para no emplear el idioma español -entre los de dicha
ideología está muy mal visto- se dirige a uno de los
“garsones” de turno y le solicita una tapa de “la crevette
bouquet”, “les crevettes roses”, “les moules”, “le salmon
fumé”, “las huîtres” (langosta, gambas, mejillones, salmón
ahumado, ostras) aun cuando, como es habitual en estos
casos, el camarero le servirá lo que lleve en su bandeja.
No obstante, el invitado “nacionalista” aprovechará para
ponerse a tope de comida y bebidas, a modo del niño de Paco
Gandía (el del potaje de garbanzos) y a pesar de exponerse a
pillar, como le ha pasado en alguna ocasión, la nada
agradable descomposición de vientre que le lleve al retrete
durante varios días, con evacuaciones liquidas y frecuentes,
hasta que le pasen los síntomas o fenómenos morbosos que le
produjeron tan molesta afección, cagándose, y nunca mejor
dicha la frase, en todo aquello que suene a cerveza, vino,
licor, crustáceos, moluscos, huevas de esturión, auténtico
paté de oca, jamón ibérico, etc. etc…
Conclusión: que es mejor hacer uso de la prudencia y
comportarse, en cuanto a la comida y bebida, con las debidas
precauciones como habitualmente se ha hecho cuando nos
invitan a un “vino español”, ya que los ágapes
“nacionalizados” traen malas consecuencias.
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