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OPINIÓN - Miércoles, 12 DE DICIEMBRE  DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Se lo ha ganado a pulso
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Carlos Orúe fue contratado para sacar a la Asociación Deportiva Ceuta del atolladero en que la había metido Ramón Calderé: un entrenador a quien le dijeron que arremeter contra José Antonio Muñoz era sinónimo de estar bien visto en la ciudad. Cumplida su labor, al entrenador jerezano le permitieron que confeccionara la plantilla de la temporada siguiente. Y cierto es que cometió errores de bulto en esa faceta.

Finalizada la Liga, Carlos Orúe seguía contando con el favor de los directivos. Pero él les recomendó la contratación de un director técnico para eludir sus responsabilidades en relación con los fichajes. Aunque no es menos verdad que él deseaba intervenir también en la composición del equipo.

La directiva, muy dada siempre a atender los consejos de Carlos Orúe, se puso a estudiar las condiciones que debía reunir el director técnico. En un momento determinado, a mí se me ocurrió decirle a un directivo influyente, que me parecía un despilfarro la suma de dinero que se iba a emplear en esa contratación. Y le apunté el nombre de una persona muy capacitada para realizar semejante tarea y cuyo coste sería, sin duda, mucho menor.

Pero algunos directivos, aconsejados por amigos comunes con José Enrique Díaz, desecharon cualquier otro fichaje que no fuera el del técnico sevillano. Y, claro, en cuanto Carlos Orúe se dio cuenta de que habían elegido cual director técnico a quien no quería ver ni en pintura, dijo que nones y se dio el piro. El resto de la historia es más que sabida.

José Enrique Díaz lleva mucho tiempo en el oficio. Recuerdo que empezó allá cuando yo llevaba dos temporadas apartado de los banquillos. Y debo decir que ha obtenido algunos éxitos indiscutibles. Mas como secretario técnico carece de base para desempeñar bien tal cometido.

Sus actuaciones, cumpliendo con ese papel de despacho, nunca dieron el fruto apetecido. Por más que él se empeñe, lógicamente, en defender la tesis contraria. Con Diego Quintero, verbigracia, se ha visto que carece de lealtad para ser director técnico. De ahí que a las primeras de cambio, es decir, en cuanto los resultados no fueron los esperados, no dudara en traicionarlo.

Ahora bien, conviene analizar si lo hizo porque estaba convencido de que su recomendado carecía de conocimientos suficientes para obtener el mayor rendimiento de la plantilla, o bien creyó oportuna su destitución para encubrir los errores cometidos por él en los fichajes.

Lo segundo me parece más aproximado a la realidad. Sobre todo si uno se atiene a sus declaraciones: “Este equipo está hecho para atacar y no para jugar al contraataque”. Y se abrieron los cielos para que quien todo lo sabe le gritara memo a pleno pulmón.

Luego, recién terminado el partido frente al Talavera, José Enrique Díaz se condolió de no haber podido estar con su familia, en día tan señalado: domingo. Y yo me pregunto: ¿cuántos días a la semana estaba el director técnico viviendo en Ceuta, antes de tener que sentarse en el banquillo sustituyendo al entrenador despedido con su consentimiento?

Sea como fuere, la directiva debe hacer todo lo posible porque el director técnico siga sentado en el banquillo hasta el fin del Campeonato. Se lo ha ganado a pulso. Y puede que sea para bien.
 

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