Si algunos de ustedes piensan, por
un casual, que los caciques han desaparecidos de los
pueblos, cometen un gran error. Los caciques, para desgracia
de los pueblos, siguen existiendo y lo que te rondaré morena
del alma mía. No es tan fácil hacer desaparecer a esta fauna
que siguen pensando que tiene el derecho de pernada ¡y pobre
de aquel que ose llevarle la contraria o no le soluciones
sus mínimos deseos!. Sobre ellos, que nadie lo dude, caerá
toda la ira de estos personajillos de medio pelo, a los que
se les ha parado el reloj en el tiempo.
Toda esta fauna de personajillos de medio pelo, analfabetos
recalcitrantes y faltos de las más elementales reglas de
educación, están siempre rodeados de lameculos y pelotas,
prestos a darles toda la ayuda, si es qué le pueden prestar
alguna ayuda, a cambio de que el cacique de turno, les pase
la mano por el lomo. Que malos vasallos para tan malos
señores. Claro que ya lo dijo aquel: “Son como las buenas
yuntas, Dios los crías y ellos se juntan “
Entre todos esos pelotas y lameculos, no lo duden, tienen
que existir algunos de esos que, cada día, les animan a
seguir comportándose de esa forma porque así ganarán el
reino de los cielos. Rezos y oraciones no le faltarán. Ya se
encargarán todos estos meapilas de darse golpes de pecho y
elevar sus oraciones al cielo, para que Dios guarde durante
muchos años la vida de este cacique al que se le ha parado
el reloj en el tiempo, y, seguir creyéndose que es alguien
capaz de defenestrar de su puesto al más pintado. Incluso
tiene la creencia que su capacidad, ayudado por sus pelotas
y lameculos, le llevará a acabar con gobiernos enteros
No se paran a pensar, por unos segundos, que tienen desde
hace tiempo fecha de caducidad. Que su tiempo pasó y que de
manda único hoy es simple y llanamente, uno más que a pesar
de su soberbia ni pincha ni corta y, mucho menos, ser capaz
de acabar con algún personaje importante, por dos poderosas
razones.
Primera porque hoy día es, lo que siempre fue, un don nadie,
un analfabeto unido a la marca del aro del cubo sobre su
culo y segundo, porque todos eso pelotas y lameculos que le
rodean, tienen menos fuerzas par atacar a nadie, que un
bastón de chicle.
Si, por un casual de la vida, éste cacique de pacotillas,
analfabeto e inútiles en grado sumo da conmigo como una
manda en el asunto, me dura menos que un suspiro. Por
principio le corto el grifo y a renglón seguido tiro de
documentos que existen, donde se demuestra las actuaciones
del cacique, y de algunos pelotas y lameculos que le
acompañan. Y como las meigas, documentos haberlos haylos.
Sólo la cobardía de quienes pueden mostrarlos y no lo hacen,
permiten la chulería barata y las amenazas del cacique de
pacotillas.
Cuando se va por alguien, queriendo acabar con el personaje,
se tiene que estar más limpio que una patena. Pues, de lo
contrario, se empezarán a sacar trapos sucios del cacique a
los que no podrá hacer frentes. Aquí hay que ser igual que
la mujer del César, no sólo serlo, sino parecerlo. Y tú,
cacique de pacotillas, ni eres ni tan siquiera lo pareces.
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