La devoción de la Infantería por la Inmaculada Concepción de
María, proclamada oficialmente patrona del Arma tres siglos
después de los acontecimientos, nace el 12 de noviembre de
1892.
La vinculación de este Arma con la Santa patrona se remonta
al otoño lejano de 1585. Fue entonces cuando diversas tropas
de los tercios españoles, bajo las órdenes del conde
Mansfelt, luchaban en la isla de Bommel, en Flandes, contra
los rebeldes holandeses. Era la época en la que Juan de
Austria gobernaba en los Países Bajos. Los tres Tercios,
entre ellos el de Bobadilla, sumaban más de 4.000 españoles,
expertos combatientes; la mayor parte de la infantería
española del conde Mansfelt y la única, por tanto, que tenía
Farnesio.
El conde de Holac, general de las tropas holandesas, armó
una flota de cien barcos de quilla plano con la mejor
infantería que tenía. Su ataque se inició con la rotura de
los diques y con la inundación de todas las tierras que
ocupaban los españoles.
Allá por el día 7 de diciembre, la situación de los soldados
españoles era desesperada, al límite de su resistencia y
agotadas todas las esperanzas de salir airosos. Los
militares se encontraban sitiados por el enemigo y rodeados
por el agua, sin comida, sin leña, mojados y adheridos de
frío.
En estas circunstancias, los capitanes y soldados españoles
fueron exhortados a rezar como último recurso. Un soldado
que estaba haciendo un hoyo, para resguardarse del viento
helador, encontró una tablilla pintada en vivos colores con
los rasgos de la Virgen María.
Se la llevaron en procesión entre las banderas a la iglesia
de Empel, donde rezaron una salve, y Bobadilla decide
entonces quemar las banderas, hundir la artillería y, por la
noche, con las barcas de quilla plana, atacar las naves
principales enemigas. Al ocaso, un frío intenso hizo que las
aguas se helasen. El enemigo, ante el temor de que sus
barcos quedasen atrapados por los hielos, empezó una lenta
huida por el río Mosa, teniendo que pasar por una estrecha
cortadura del dique principal, siendo hostigados por ambos
lados por los españoles, causándoles gran cantidad de bajas.
El llamado ‘milagro de Empel’ propagó en los tercios de la
infantería española la devoción a la purísima Inmaculada
Concepción.
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