Esta situación coyuntural de dos centros escolares de Ceuta
pone de manifiesto la realidad de la falta de profesionales
autóctonos de este ámbito. Según explicó el director del
Colegio Público Juan Carlos I, Rafael Zaragosí, “la mayoría
de los intérpretes de signos y asesores sordos presentes en
los centros de Ceuta proceden de la península y raramente
aguantan más de un curso aquí”.
El caso del Juan Carlos I pone muy a las claras el problema
que los centros de Primaria o Secundaria pueden sufrir en el
caso de que el especialista decida abandonar la ciudad.
Según Zaragosí, el colegio contaba con un asesor sordo, de
la península, el curso pasado, pero en verano decidió
marcharse. “Lo cierto es que esta profesión no está muy bien
pagada en Ceuta. No les sale rentable y al final acaban
yéndose”, afirmó.
El centro ha venido renovando “casi año a año” el personal
dedicado a ejercer como asesor de sordos. La problemática se
acrecenta al tratarse de un especialista. “La vacante no la
puede cubrir cualquiera”, precisó el director del Juan
Carlos I, y se trata de “una figura que nos es
indispensable”.
A duras penas, y con el apoyo desinteresado de profesionales
de la ciudad, los alumnos con discapacidad auditiva del Juan
Carlos I salen adelante en su lección diaria.
Mientras tanto, la Confederación Nacional de Sordos de
España (CNSE), que tiene la obligación de enviar a los
especialistas en lenguaje de signos a Ceuta por convenio,
sigue a la búsqueda de candidatos que den el perfil y
acepten venir a la ciudad.
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