Y en dirección a Toledo. No fue el
día de ayer, jueves 6 de diciembre, el día más feliz de su
historia. Me estoy refiriendo a la localidad abulense de El
Tiemblo, de donde un joven guardia civil que cumplía con su
sagrada obligación, fue acribillado hace varios días y, tras
estar en coma profundo, ha fallecido.
Ya es curioso, que en ese “rincón” del que yo hablo en el
titular, en la misma fecha del año, pero en años diferentes,
en 1978 hubiera una de las alegrías más grandes del siglo XX,
porque gracias a un presidente, Adolfo Suárez, nacido en
Cebreros, había una Constitución nueva.
Son hechos muy diferentes, uno de derechos humanos, la
Constitución, y otro de ruptura de esos derechos humanos,
por una pandilla de pistoleros, que de una tacada, con una
sola salvajada, han hecho desaparecer a dos jóvenes guardias
civiles, uno que murió en el acto, Raúl Centeno y el otro
que murió la víspera de la Constitución, Fernando Trapero.
Y para que , en esta ocasión, todo se quedara casi en casa,
ambos eran de la comunidad de Castilla y León.
Pero volviendo al Tiemblo, toda la población se ha vuelto
hacia esos canallas que han terminado con la vida de dos
jóvenes, 23 y 24 años, que si estaban en la Guardia Civil,
estaban cumpliendo con sus obligaciones y a los que no les
han dejado terminar en su profesión.
Ayer ha habido, prácticamente, en todos los centros
oficiales, un recuerdo grato por el aniversario de la
Constitución, pero simultáneamente ha habido ese silencio de
cinco minutos en recuerdo de los dos guardias civiles, que
nunca más van a estar de servicio.
Lo que más me irrita siempre que hay un hecho de estos es
oír la verborrea de los políticos con las mismas palabras
que hace 5, hace 10 o hace 25 años. El mismo mensaje siempre
que ya está gastado, porque de poco sirve eso de que a ETA
se la vencerá con la aplicación de las leyes. Eso no se lo
cree ninguno de los políticos que hipócritamente cada vez
que hay un atentado salen con la misma petenera, y que queda
muy bonito, pero que las muertes siguen y los etarras siguen
actuando como más les place.
Ahora mismo estoy recordando una de las frases del que fuera
ministro, un buen ministro, de la UCD, en el departamento de
Interior, por más señas, Martín Villa:”O ETA termina con
nosotros, o nosotros terminaremos con ETA”. Ellos no
terminaron con ETA, ellos dejaron el poder, para que lo
cogieran otros con la legitimidad que dan las urnas. Los que
siguieron tenían el mismo deseo, en este aspecto, terminar
con el terrorismo, pero el terrorismo sigue ahí.
Y ya que hemos hablado de leyes, los políticos, en vez de
tanto hablar, tendrían que elaborar unas leyes que, de
verdad, corten de raíz esta lacra, porque los jueces, mejor
o peor, aplican las leyes que han elaborado los miembros del
legislativo.
A partir de aquí, a partir de la elaboración de esas leyes
más a tono con lo que se necesita para atajar el terrorismo,
creeríamos más lo que los políticos dicen, hasta tanto
mantendremos la duda de su sinceridad, por considerarlas
huecas, sin significado alguno y sin fuerza.
Una frase de esas bonitas, suele quedar bien para el que la
oye, pero no creo que suene nada bien hoy para los padres de
Fernando Trapero.
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