El mercadillo de la política,
donde todo se puede comprar incluso las más recalcitrantes
actitudes, todo es cuestión de ese sucio y maloliente papel
que metaliza los corazones, abre sus puertas de par den par
ofreciendo toda clase de artículos, incluso los de bromas
tan dados en estas fechas navideñas.
Al grito del vendedor: ¡cosa buena traigo hoy!, los posibles
interesados en adquirir estos ofrecimientos, a veces hasta
hacen cola ante los puestos que más les ofrecen y, por
cierto, donde más fácil puede encontrar lo que buscan. En
ocasiones, como los charlatanes de feria que van recorriendo
los pueblos con sus jarabes milagrosos, los vendedores
dispuestos a atraer a la clientela les dan regalos, que hace
que estas se mantengan ante sus puestos escuchando, con toda
atención , las maravillas que le están ofreciendo.
Mientras el charlatán de turno, en un alarde de facultades,
continúa diciendo: “y por si fuera poco, les vamos a reglar
además este hermoso juego de maletines, muy apropiado para
viajes de negocios”.
Estos mercadillos de la política son, más o menos, como las
tómbolas que se instalan en los recintos feriales, donde
para que la clientela no se mache o atraer un mayor número
de clientes, empiezan a regalar tiras numeradas diciendo que
la próxima jugada será gratis.
Usted, cosa lógica, coge la de regalo y se pega dos horas
esperando la jugada gratis. Es más, esa espera le obliga a
comprar tiras de jugadas para ir haciendo tiempo. O sea
nadie regala nada. La cosa está en que, te doy esto pero a
cambio tú me das lo que te pida.
Este mercadillo de la política existe y existirá mientras
haya intereses por ambas partes, tanto del vendedor como del
posible comprador. Siempre, sin discusión alguna, se vende a
cambio de algo. Nadie te regala nada por tu cara bonita. Y
si alguien se cree que le están ofreciendo, incluso gratis
algún artículo, es un pobre incauto.
A veces, en este mercadillo de venta y compra, hay cosas que
no llego a entender. Seguramente porque, entre otras cosas,
no soy político o igual soy más inteligente que esos
mercaderes baratos que se autodenomina político sin tener ni
p.., idea de lo que es la política o el ser político.
Oiga, amigo guardia, esos mercadillos de la política están
en todas partes, no se me vaya a creer que es exclusiva de
las grandes ciudades. Sise cree eso, amigo guardia, está
usted más despistado que un pingüino paseando por Ecija, en
pleno mes de agosto a las cinco de la tarde.
Mismamente aquí, en nuestra tierra, existe también ese
mercadillo donde el yo te doy lo que tú quieres, y tú me das
lo que necesito y si a ese que le habíamos ofrecido la
mercancía antes que a ti, se enfada, que le vayan dando. Los
negocios, son negocios. Antes me interesaba vendérselo a él
y ahora me interesa vendértelo a ti.
Ahora, te quiero aclarar, que si te doy esta mercancía que a
ti te interesa, tú me tienes que prometer no poner ninguna
pega a la hora del reparto de los beneficios entre la
familia. ¡País!
|