De nuevo las instituciones se
visten de gala para conmemorar el aniversario de la
Consitución española. Ese texto que nos dimos los españoles
para la convivencia en libertad, con el respeto de los
derechos fundametales y la redefinición de la España única y
plural. Un espacio donde sumar y no restar, pero siempre
desde el equilibrio y la igualdad.
Un documento éste denominado Carta Magna que en estos
últimos años ha sido poco respetada en función de la
capacidad que han tenido otros de conseguir logros
territoriales en detrimento de la igualdad entre los
españoles que consagra nuestra Constitución. La misma que
sufre pactos entre Administraciones (central y autonómicas)
por causa de una mayor y mejor suma de votos en la Cámara de
representación política.
Una Carta Magna que abanderaron nuestros padres con
generosidad para enterrar y perdonar el pasado que los
desunió con el objetivo de fundir un futuro común moderno y
evolucionado para sus hijos, pero que hoy unos pocos ya han
conseguido reabrir heridas de un pasado que consiguió
dividir España.
Una Constitución, ésta, que nos ha dado paz y libertad en
los últimos 29 años, erigiéndose en la etapa más estable de
la historia de España, debe seguir perdurando con el mismo
espíritu con la que se llevó a su elaboración. ¿Qué hoy en
día puede ser mejorada?. Probablemente, no hay duda. Entre
otras cosas porque los tiempos avanzan y también cambian.
Pero también debe tenerse en cuenta que la Constitución no
es un texto agotado ni mucho menos. Entre otras cuestiones
de mayor importancia, el que aún no se haya puesto en
práctica la famosísima Transitoria V por la que se atribuye
a las ciudades de Ceuta y Melilla la posibilidad de adquirir
el rango de Comunidad Autónoma si así lo quiere la mayoría
de sus respectivos Ayuntamientos. Algo que debe ser
refrendado por las Cortes. Hágase pues.
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