Y sin viento de levante. Mar en
calma, apacible. Con un leve retraso el viejo “Pacífica II”,
con su madera de cubierta mordida por el sol y el salitre,
ponía proa hacia las aguas del Estrecho a las 7 de la mañana
del lunes. Rojizas hiladas teñían, con intensidad gradual,
el cielo desde Oriente, mientras la hierática y pétrea
“Mujer Muerta” (o “Yebel Musa”) contenía, por el conocido
efecto “pantalla”, los grises nubarrones que se acumulaban
volando desde el Atlántico. Tarifa aun tardó un rato en
mostrarse por la banda de estribor mientras, al frente, la
bahía de Tánger se perfilaba detrás del cabo Malabata.
Atrás quedaba un intenso fin de semana, el cálido estrechón
de manos con el profesor Florentino Portero (analista del
GEES), el saludo a un cordial Luis Prados (jefe de la
sección Internacional de “El País”, quien me confirmó que
Ignacio Cembrero acababa de llegar de Ceuta) y, como no, las
oportunas consideraciones sobre la reciente fase del proceso
de paz en Oriente Medio y la postura de Israel, explicada
con lujo de detalles por Herzl Inbar y Raphael Schutz,
embajadores hebreos en España. “¡Más de 15 años ha que no
nos vemos, José Luis!”, comentaba compartiendo mesa y mantel
uno de los más prestigiosos periodistas españoles destacados
en la zona, Henrique Cymerman, con el que aun pude ajustar
un importante asunto relacionado, cómo no, con Marruecos.
Solo una reflexión, una línea roja para el diálogo:
bienvenido sea, al fin, un Estado palestino viable, al lado
y codo con codo, a un Estado de Israel, dentro ambos de
fronteras seguras y reconocidas. Con una matización cara al
mundo más “islamista” que árabe: el no reconocimiento de la
mera existencia del Estado de Israel, un miembro más con sus
aciertos y errores de la comunidad internacional, sería una
forma sutil y envenenada de antisemitismo.
Apenas 24 horas más tarde, desembarcado en Tánger, cambio de
tercio al trote en el salón de actos del “Instituto
Cervantes” en el que, en colaboración con la Fundación Tres
Culturas, la “Asociación de Periodistas Europeos”
organizaba, entre los días 2 y 3, el VII seminario
hispano-marroquí de periodistas bajo el título “Otra manera
de ser vecinos”, clausurado ayer hacia las 18.30 locales por
Álvaro Iranzo, Director General de Política Exterior para el
Mediterráneo, Oriente Próximo y África desplazado
expresamente para la ocasión. Las sesiones, coordinadas por
parte española por Diego Carcedo y Miguel Ángel Aguilar
(profesionales de la comunicación de reconocido prestigio) y
por la marroquí el ex ministro y diplomático (amén de
periodista) Larbi Mesari, cualificado representante también
del Partido del Istiqlal. La comida, al aire libre y
templados por el sol en los jardines del elegante hotel “Al
Manzah”, un lujo y lo digo por la mesa en la que caí, pues
además del asturiano Carcedo y de M. A. Aguilar, J. M.
Larraya (El País), Enrique Vázquez (del grupo Vocento) y
Alberto Rubio (redactor jefe de “La Razón”), tuve a mi lado
a un afectuoso Larbi Mesari (quien, sonriente como siempre,
no dejó de advertir que me seguía con atención) y, al
frente, distendido, un profesional de una pieza, Alberto
Dezcállar, diplomático cuyos hombros bregaron con no pocas
responsabilidades. Como imaginarán y con la debida
prudencia, tengo temas para meses. Todo (casi) se irá
andando.
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