Cuando queda menos de un mes para
la Navidad, se concentran las comidas y las copas. Es raro
el día en el que no hay una comida de empresa o una copa con
los amigos para festejar cualquier cosa. Da igual los
motivos de los festejos. La cosa es celebrar algo aunque,
ese algo, sea la celebración de si por casualidades de la
vida nos toca el “gordo” de navidad. Como dicen que al que
madruga Dios le ayuda, cada año se adelantan las
celebraciones. A este ritmo, un siglo de estos, se empiezan
las celebraciones de la navidad en el mes de julio.
Por Madrid, capital de España para cabreo de algunos
nacionalistas, donde cada día hay menos madrileños, la gente
rica ya han empezado con las celebraciones de comidas y
copas festejando la llegada de la Navidad. Nada de extrañar
porque si algo tiene esta gente “guapa”, es que se pasan el
año de celebraciones debido, más que nada, al enorme trabajo
que desarrollan y que les deja totalmente agotados. De ahí
que, cada tres meses se tengan que tomar unas merecidas
vacaciones. Sin esas merecidas vacaciones sería casi
imposible, para estas criaturas, poder soportar la presión
que le ejerce el duro trabajo diario.
Oiga, amigo guardia, enorme trabajo debe ser tener que
estar, todos los días, de fiesta en fiesta y más en invierno
con lo pesado que se hace soportar los abrigos de visón y el
peso de las joyas cargadas de esmeraldas y piedras
preciosas. No me extraña que, ante esta enorme presión, Tita
Cervera, se quiera encadenar a un árbol en señal de
protesta.
Servidor que, precisamente, está muy alejado de la gente
“guapa”, no por lo que a belleza se refiere que, ahí, este
pedazo de cuerpo diez no se puede soportar, sino por lo
tocante al maldito parné cuya diferencia es abismal, tiene
que anotar en esa libreta que tengo de apuntar cosas que
tengo que hacer, para no olvidarme de ellas que soy una
jartá de despistado, las cuatro comidas a las que de
momento, he sido invitado.
Hombre, la verdad sea dicha de paso, tal y como está el
asunto de la economía, tengo que aprovechar estas comidas
para obtener algún ahorro casero y, con ese ahorro, poder
comprarme aunque sea una tableta de turrón del blando, que
para “duro”, lo que se dice “duro”, ya están las elecciones
generales que vana ser de las de aquí te quiero ver.
No es que sea muy dado a ir a esa clase de comidas que,
normalmente, rechazo para no tener que soportar alguna que
otra presencia de personajillos que no me van lo mas mínimo,
pero la economía manda y tendré que hacer de tripas corazón.
No me queda otro remedio. Además, tengo que reconocer, que
es la única ocasión en la que uno se puede llevar a la boca
algún que otro langostino.
Digan lo que digan la economía cada día esta peor, y para
muestra la subida enorme que han experimentado los artículos
de primera necesidad, hasta donde el pollo se va a convertir
en un artículo de lujo que nos va a llevar a tener que, como
antiguamente se hacía, criarlo en la casa y sentir una gran
pena tener que matarlo. ¿O no?
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