Esta vez ha sido el cabezón, pero siempre está detrás el
mismo, el guerrero del antifaz, el ángel caído, el peor
aliado que nadie se pudiera buscar: un antitodo y un
todoparami, que ni gracia tiene contando chistes buenos, no
digamos ya los malos, que desprestigia todo lo que toca,
hasta la historia.
Sigue tremendamente tocado desde que se convirtió en un don
nadie, antes era nadie sin don, pero el don nadie se lo ganó
a pulso, que quizás sea lo único que se ha ganado así, lo
demás fue asao. Pero, a lo que íbamos, que cuando se le
acabó el chollo de munícipe (anda que no debió llorar nada
esa noche), cuando todas las sartenes estaban ya llenas de
herrumbre y no las quería ni el del “cambio”, no asumió que
también se le había acabado la mamandurria, la influencia y
el cachondeo que se había montado desde su posición de
privilegio, que ya no pintaba nada y que no estaba en
condiciones de imponer nada a nadie, sino de plegarse a una
posición de humildad y anonimato, como han hecho muchos
otros, dedicándose a sus cosas sin pretender hacer la puñeta
a los demás.
La tiene tomada con “el hombre que vino de fuera” (vaya
muestra de xenofobia), que a lo mejor es más de aquí que él,
porque, al fin y al cabo, Andalucía está más cerca y más
hermanada con Ceuta que Murcia y, desde luego, no es tan
tarugo como nuestro “caballa-murciano fracasado”, ni tan
“chorra al aire”.
Y la tiene tomada por lo mismo que siempre le ha cogido
inquina a alguien: no se presta a hacer negocios sucios con
él; pero siendo un torpe cobarde, ataca escondido detrás del
sardón que le suponen sus mercenarios a sueldo y eleva su
torpeza a la categoría de opereta, lanzando una oferta de
paz que más bien parece un insulto a la inteligencia.
Primero pone de vuelta y media a un miembro del equipo del
Presidente Vivas, al que imputa toda clase de oscuridades
(no da su nombre porque sabe que va al juzgado
inmediatamente, pero sugiere quien puede ser), al tiempo
acusa al propio Vivas, al que denomina “la oficialidad”, de
proteger las actividades de su colaborador, o sea, de
cómplice, con lo mal que suena eso, continuando con una
apelación a la paz sobre la base de que todo vuelva a ser
como antes, es decir, que él, el exmunícipe guarrón, pueda
seguir chupando como si el tiempo no hubiera pasado, porque
además no se ha tenido en cuenta que él es de una clase
superior al resto: el es patricio y los demás vulgo y
asquerosa plebe, que no puede ser tratada con su mismo
rango. Y va y lo publica y seguro que espera que en la
Ciudad Autónoma toquen diana y formen la compañía: ¡Cuidado,
atentos, que vienen Aníbal y los elefantes y nos van a
arrasar!.
Alguno seguro que ya está medio muerto, pero no de miedo
sino de risa, ante la amenaza-oferta enviada por este
personaje mediante su inmenso paladín, el cabezón, y ya
habrá un gabinete de crisis urdiendo un plan de defensa de
la ciudadela.
Pongamos cordura y dejemos de reírnos de cosas tan serias,
pero es que algunos estamos fritos ya por ver como el
“chorra al aire” pasa de las palabras a la acción. En
lenguaje llano: “A ver si tiene cojones”.
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