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OPINIÓN - DOMINGO, 2 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

¿Y cuándo vuelve el embajador…?
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Chuia, chuia. Inch´Alá”. Hombre, no es lo mismo que “ad calendas griegas” pero en la jerga propia de mis amigos y vecinos puede significar cualquier cosa: la semana entrante o para el año que viene. Mientras medios como el portal en español “Marruecos Digital”, patrocinado por el Ministerio de Cultura “del Gobierno de España”, naturalmente, advierten en su edición del vienes 30 que “La repentina crisis hispano-marroquí provocada tras la visita de los Reyes de España a las ciudades de Ceuta y Melilla se ha ido apagando conforme pasan los días”, brindis al sol con la mejor de las intenciones inducido, creo yo, por la servidumbre debida (quien paga la orquesta toca la música), la realidad aunque maquillada no parece caminar en esa optimista dirección.

El desenlace del reciente desencuentro (y menos mal que de creer, en un mero acto de fe, al Presidente Zapatero la previsible reacción de Marruecos estaría pactada) pasará, quizás de forma paralela a la vuelta de Omar Azzimán a Madrid cuando Rabat lo considere oportuno, por dos vías: primero la pecuniaria, España debe “compensar” de alguna forma la “afrenta” y eso va a costar pasta gansa; bastante; y después lavar el honor marroquí presuntamente mancillado. ¿Tendrá ello algo que ver con las maquinaciones del senador (y presunto maltratador) Yhaya Yhaya incitando a “todas las fuerzas nacionales a la defensa de la liberación de Ceuta y Melilla y las otras islas del territorio de Marruecos”, al convocar una expedición “pacífica” (sic) sobre el islote Perejil para la mañana del próximo lunes 10 de diciembre? (¿por qué esa fecha y no en fin de semana?). Otro detalle: el senador Yhaya (para más vergüenza presidente de la Comisión de Amistad de los Senados de España y Marruecos) convoca en su comunicado a los ciudadanos musulmanes “residentes en las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla”, pretendiendo involucrarlos en su provocadora acción. Por su parte el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, modula la respuesta: “Dependiendo de cómo evolucionen los acontecimientos, ajustaremos nuestra respuesta”. Ya.

¿Y qué dice a todo esto el Gobierno marroquí?. Pues nadar y guardar la ropa. Ducho y fogueado en la “diplomacia paralela”, cuyos métodos he tenido ocasión de comentar en los últimos años, aparenta mirar hacia otro lado apoyando, cómo no, “el derecho a expresar su posición del senador Yhaya”, en recientes palabras del ministro de Comunicación y portavoz del Ejecutivo Jalid Naciri, “un ciudadano, un patriota que disfruta de las libertades y los derechos democráticos de los que disfrutan todos los ciudadanos”. De llevarse a cabo la acción, la flotilla “invasora” partiría de un puerto cercano (¿los muelles de Alkaserseguer o quizás el cercano superpuerto Tánger-Mediterráneo, en Oued R´mel, que daría más bombo y tronío al asunto?) para ir a plantar la bandera marroquí en las rocas de la isla. Sería un notable gesto de consumo interno y una eficaz forma, conociendo la psicología marroquí, de lavar simbólicamente la afrenta, motivo más que suficiente según análisis políticamente correctos para permitir a Rabat salvar la cara. La carta tapada sobre el Sáhara se la abro en otro momento.
 

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