Las elecciones generales tienen,
en estos momentos, condicionado al Gobierno presidido por
Juan Vivas. De ahí que sea normal el que éste invoque
cada día a todos los santos posibles con el fin de que sea
Mariano Rajoy quien empiece a vivir en la Moncloa
dentro de unos meses.
De no ser así, es decir, si José Luís Rodríguez Zapatero
no tiene que mudarse y buscar refugio en su León natal, el
presidente Vivas es consciente de que le esperan años de
enfrentamientos con los socialistas. Por más que él tenga
acreditada fama de humildad en sus declaraciones y de
bonhomía en su comportamiento. Aunque Juan Luís Aróstegui
vaya diciendo que la humildad del presidente es tan falsa
como burguesa su bonhomía. Y, por si fuera poco, nos lo
recuerda una y otra vez en el “Dardo de los Jueves”.
Juan Vivas, y quienes están más cerca de él, piensan ya que
una derrota del Partido Popular podría generar disturbios en
la calle Génova. Lo cual redundaría en contra del buen
funcionamiento de todas las sedes populares repartidas por
todas las regiones de España.
Una derrota electoral de Mariano Rajoy es sinónimo de
fracaso y los fracasos acaban en reyertas y luchas
fratricidas. Y ese cainismo tan habitual en la derecha
serviría para despertar las iras de quienes en cada ciudad
se sienten dañados y pisoteados por la bota del fustigador
de turno. Y a río revuelto...
Así, con semejante claridad de ideas, Juan Vivas no quiere
que, si se produce el desastre, lo deje como la flor del
vilano: expuesto a que jueguen con él todos los vientos.
Porque no sería descabellado adelantar que pudiera sentirse
tan solo como desamparado.
Dejemos volar la imaginación... Que, aunque sea tenida por
la loca de la casa, en este caso juega con la ventaja de
prever las posibilidades que se barajan sobre qué partido
será el ganador. Por más que se insista en el llamado empate
técnico entre socialistas y populares. De manera que vamos a
dar la victoria a Zapatero. Aunque para formar Gobierno deba
pactar con los nacionalistas.
¿Han pensado ustedes en qué ocurriría si el nuevo Gobierno
encabezado por ZP decide que Jenaro García-Arreciado
sea quien debe continuar ejerciendo como delegado del
Gobierno en esta ciudad? Un delegado subido de tono,
eufórico por la victoria, y conocedor ya de cuanto se cuece
en la ciudad y, por supuesto, de quién es quién. No me cabe
la menor duda de que “Pacoantonio”, más conocido en Madrid
como Fitipaldi, al margen de que la política sea tan
cambiante y consiga juntar en el tálamo a personas que se
odian, tendría que cambiar de táctica o sería mal vista su
continua verborrea en el seno de su propio partido de Ceuta.
A ese frente, el que puede abrirse en la Delegación del
Gobierno, se le uniría el que ya ha existido durante los
últimos años: el de Mohamed Alí.
Si acaso el PP no consigue cuanto antes ofrecerle prebendas
con las que el dirigente de la UDCE pueda convencer a los
suyos de que ya goza de poder y de medios para mantener a su
clientela hasta que lleguen otras elecciones. Con el permiso
de Mohamed Musa, claro es, que tampoco pondrá pegas
si ve que hay de por medio razones de buen tino y provecho.
Por todo ello, a Mohamed Alí le ha llegado la hora de
sentarse a la mesa del PP como invitado especial. Pues se le
necesita más que nunca. Máxime cuando el socialismo en Ceuta
puede resucitar.
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